Planeta 4 min
Ecodiseño: los plásticos en constante búsqueda de la virtud
El ecodiseño, que responde a una definición precisa y bastante compleja, es crucial para cualquier enfoque que aspire a ser ecorresponsable, y constituye uno de los pilares de la economía circular. Su propósito es aportar virtuosidad a los plásticos en cada etapa de su ciclo de vida, desde los materiales en sí mismos hasta la gestión al final de la vida útil de los productos. Una revisión detallada.
Ecodiseño: los plásticos en constante búsqueda de la virtud
Ecodiseño: los plásticos en constante búsqueda de la virtud

¿Qué es el ecodiseño?

El ecodiseño es un enfoque preventivo e innovador que tiene como objetivo reducir los efectos negativos de un producto (o servicio) en el medioambiente a lo largo de su ciclo de vida, desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación, el transporte, el uso y el final de la vida útil. Este enfoque implica una revisión y mejora constantes.

Ecodiseño: una cuestión de principios

A fin de minimizar la huella ecológica de los productos en el medioambiente, este enfoque prioriza el uso eficiente de materias primas recicladas o sostenibles, es decir, el uso de materiales recuperados o renovables en lugar de recursos vírgenes. Al mismo tiempo, el ecodiseño busca prolongar la vida útil de los productos haciéndolos reparables o fomentando su reutilización. Al diseñar productos sostenibles, pero igualmente eficientes, se persigue reducir la cantidad de residuos generados y promover un consumo más responsable.

En este sentido, el ecodiseño forma parte de los principios básicos de la economía circular, un modelo económico que rompe con los patrones de consumo lineales de «usar y tirar».
Cabe señalar que el ecodiseño no consiste en aplicar una lista de soluciones preconcebidas; no existe una receta milagrosa, sino un enfoque riguroso basado en el Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de cada producto individual.

© Freepik

El análisis del ciclo de vida de un producto (o servicio) es el elemento central de todos los desafíos del ecodiseño.

 Esta herramienta evalúa los efectos medioambientales de un producto a lo largo de su ciclo de vida. De este modo, permite identificar aquellos aspectos sobre los que es prioritario actuar y, sobre todo, asegurarse de que las soluciones consideradas no empeoren otros aspectos.

Aires del pasado

Desde finales del siglo pasado, los fabricantes de envases para detergentes han buscado aligerar y replantear la forma de estos envases de HDPE (polietileno de alta densidad) para optimizar su transporte. Al reducir el volumen en alrededor de un diez por ciento y el peso en unos quince gramos, sus investigaciones permitieron aumentar el número de envases, todavía de HDPE, por palé. Esto significó menos camiones en las carreteras y menos emisiones de CO2 y, sobre todo, un beneficio económico evidente. Esto ilustra a la perfección la importancia de examinar el ciclo de vida completo de un producto, del cual el transporte es uno de los componentes, y no centrarse únicamente en los materiales.

© Freepik

Modificar la forma de un envase para optimizar su transporte significa menos camiones en las carreteras y, por lo tanto, menos emisiones de CO2.

 

 

Por eso, el ACV siempre tiene en cuenta la relación entre el producto y su envase, ya que el continente no tiene razón de ser sin el contenido. En cuanto al envase, el ACV revela que prevenir la degradación de la carne, cuya huella de carbono es muy alta, es un factor determinante que considerar. De hecho, la huella de CO2 de la producción y, especialmente, del desperdicio de cualquier alimento, siempre es muy superior a la de su envase de plástico.

No hay edificios de ecodiseño sin polímeros

El mismo principio se aplica en el sector de la construcción: el rendimiento aislante de un material durante su fase de uso tiene prioridad sobre otros criterios. El ahorro de CO2 logrado por un buen aislamiento es mucho mayor que la huella de CO2 de la fabricación y gestión al final de la vida útil de un panel de EPS (poliestireno expandido) o PU (poliuretano). Por ejemplo, la espuma de poliuretano utilizada para aislar los techos requiere 70 litros de petróleo crudo para fabricar un metro cúbico. En 50 años, este metro cúbico permitirá ahorrar el equivalente a 5500 litros de combustible, es decir, 19 toneladas de CO2.

 

Las espumas de polímero están entre los mejores materiales de aislamiento para edificios. Durante su vida útil, permiten ahorros de energía bastante significativos y, por lo tanto, reducciones igualmente significativas de CO2.

De manera general, se estima que, si los edificios europeos estuvieran perfectamente aislados, se reduciría en un 70 % - 75 % la cantidad de emisiones de CO2. A esto se suma el ahorro de combustible, y por lo tanto de CO2, obtenido gracias al bajo peso de los productos de construcción de plástico (paneles de aislamiento, ventanas, tuberías y accesorios, etc.) durante su transporte hasta el sitio de construcción o reforma.

 

Descarbonizar los plásticos: un nuevo mecanismo para el ecodiseño de productos

En Europa, los polímeros todavía se producen en gran medida a partir de fuentes fósiles (más del 90 %; ver el informe ecocircular PE). Las cosas están cambiando y, según la hoja de ruta de los productores europeos sobre la transición de los plásticos, «The plastics transition», se prevé que, para el año 2050, el 65 % de los plásticos utilizados en Europa sean circulares. Esto significa que procederán del reciclaje mecánico y químico, así como de la biomasa y de la captura de carbono. Si bien la importancia del reciclaje mecánico para reducir el impacto medioambiental de los polímeros ha quedado ampliamente demostrada, ahora les toca a los primeros productos derivados del reciclaje químico, que ya están en el mercado (ver el informe sobre reciclaje químico).

 

© Freepik

El reciclaje de plásticos sigue siendo por ahora una de las mejores formas de descarbonizar los polímeros..

Otra revolución incipiente es la producción de plásticos tradicionales, históricamente derivados del petróleo, a partir de recursos renovables.
El Biovyn, por ejemplo, del grupo INEOS, es un PVC de origen biológico hecho a partir de biomasa forestal.

 

 

 

Esta innovación, según explica el grupo, permite una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero superior al 90 % en comparación con el PVC tradicional, sin afectar a la calidad. Aplicado por primera vez en puertas y ventanas por las empresas Kömmerling y Kumij, su empleo en la renovación y transformación de 19 viviendas sociales en Steenwijk (Países Bajos) para convertirlas en viviendas de energía cero ha significado un ahorro aproximado de 6000 kilos de CO2. ¡Un verdadero hito a nivel mundial!

 

© Kömmerling

Los plásticos de origen biológico son otro ejemplo de descarbonización, como el PVC utilizado para fabricar ventanas por el fabricante Kömmerling..

© INEOS GRDF

También es de origen biológico el HDPE que forma parte de la composición del gasoducto.

 

 

Por último, el polietileno de alta densidad (HDPE) de origen biológico de INEOS se utilizó para crear el primer gasoducto completamente sostenible del mundo. Instalado por la operadora de la red de gas francesa GRDF, el gasoducto utiliza únicamente polímeros con una baja huella de carbono. Obtenido a partir de los residuos de transformación de la madera de la industria papelera, el HDPE de origen biológico de INEOS, producido en su planta de Lillo, en Bélgica, tiene una huella de carbono significativamente menor que su homólogo convencional de origen fósil.

 

Si te ha gustado este artículo ¡te encantará el siguiente!