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Los plásticos se van de vacaciones
Descubierta del mundo, excursionismo deportivo, camping... cada persona tiene su propio concepto de las vacaciones. Solo hay una cosa en común: las ganas de relejarse y simplificarse la vida. Para ello, también los plásticos tienen su plaza reservada.
Los plásticos se van de vacaciones
Los plásticos se van de vacaciones

Los polímeros preparan el equipaje

A pesar de su discreción, las maletas llevan aproximadamente 70 años en constante desarrollo. Hasta la década de 1950 eran de piel, o bien de cartón, si el presupuesto no llegaba. Voluminosas, pesadas, aparatosas... su única cualidad era su funcionalidad. Aunque esto tampoco era grave puesto que los pocos que viajaban no tenían todavía un espíritu especialmente aventurero. Fue después de la última guerra mundial cuando asistimos a los albores del turismo de masas. Al menos en los países más desarrollados... Aprovechando el auge de los plásticos, unos materiales muy en boga y considerados modernos por aquel entonces, los fabricantes se lanzaron a desarrollar las primeras maletas plásticas. ¿Quién fue el inventor? No es fácil de decir puesto que los grandes nombres del sector reivindican su paternidad con cierto orgullo... En cualquier caso, Samsonite lanzó en 1956 una maleta compuesta por un marco de polipropileno (PP) inyectado recubierto de una tela vinílica. Blanda o rígida, esta maleta triunfó nada más salir al mercado. Simultáneamente, Delsey, que era su competidor directo (y sigue siéndolo hoy en día puesto que la empresa norteamericana es la líder mundial, seguida muy de cerca por la francesa), prefirió comercializar una maleta hecha completamente de PP moldeado que se convertiría en la primera maleta rígida de plástico del mundo. ¡Igualmente un éxito inmediato! Sorprendentemente, fueron sobre todo los hombres de negocios los que popularizaron esta última maleta, que ya se fabricaba en distintos formatos y cabía en los compartimentos de equipaje de cabina de los aviones. Ligeras, poco aparatosas, manejables, indestructibles... las virtudes de esta nueva generación de maletas eran evidentes.

 

Prácticamente todas las maletas actuales se fabrican a partir de la gran familia de los polímeros, materiales resistentes, ligeros y que permiten todas las fantasías.

¡Plásticos sobre ruedas!

Como era de esperar, tales dosis de entusiasmo no dejaron indiferente a la competencia. Hoy en día, si bien algunos fabricantes de maletas de lujo siguen utilizando la piel para las carcasas (los revestimientos interiores sin embargo son de PVC o poliéster), la gran mayoría de maletas están hechas con polímeros. Ya sean de policarbonato o de polipropileno, son resistentes a los impactos y las rayaduras, a la deformación, la intemperie y los cambios de temperatura. Si bien son relativamente costosos, estos polímeros garantizan para las maletas una vida útil casi ilimitada. Para los viajeros ocasionales, existen las maletas de ABS, un polímero tal vez menos resistente al paso del tiempo pero claramente más económico...

 

Aunque resulte sorprendente, las primeras maletas con ruedas no aparecieron hasta principios de la década de los setenta.

Delsey, siempre pionero en su tiempo, tuvo la genial idea (casi evidente) en 1972 de añadir unas ruedas a sus maletas para hacerlas todavía más manejables. Ruedas de polímero por la ligereza y de caucho por la comodidad y la amortiguación del ruido.

El fabricante también ha rediseñado últimamente el sistema de cierre de cremallera haciéndolo casi imposible de forzar. Es difícil saber cuál es el material utilizado. Solamente ha trascendido que se trata de un polímero y que el sistema de anclaje que garantiza el cierre es totalmente innovador. Hace aproximadamente una década, fue Samsonite quien dio un buen golpe al lanzar la Curv, una maleta compuesta por una fibra de polipropileno tejido antes de ser termoformado. Este material es cinco veces más ligero que el tradicional polipropileno moldeado o incluso inyectado, e igualmente resistente a pesar de ser más blando, lo que resulta enormemente práctico a la hora de cerrar una maleta muy atiborrada... Su único inconveniente es el precio, ciertamente elevado, aunque eso no impide que sea, todavía hoy, ¡un éxito de ventas! Finalmente, la marca no se ha olvidado de los más pequeños y ha creado para ellos una maleta de polipropileno... ¡en la que pueden montarse! Recuerda un poco a un caballito balancín montado sobre 4 ruedas al que los niños y niñas pueden subirse y desplazarse impulsándose con sus pies.

Los polímeros, ases del colorismo, se pasan al verde

Los líderes del mercado, con vistas a desmarcarse de la competencia, se esfuerzan por avanzar hacia este objetivo. Hace tres años, también de la mano de Samsonite, se comercializó la primera maleta rígida hecha de polipropileno reciclado obtenido a partir de residuos plásticos domésticos como las bandejas alimentarias o las cestas para fresas y frambuesas. Por lo que se refiere al revestimiento interior, está compuesto por un material textil fabricado a partir de PET reciclado.

Delsey, por su parte, se ha centrado en los equipajes blandos y propone, de un tiempo a esta parte, una colección completa (maletas con ruedas, bolsas de viaje, mochilas...) realizada a partir de PET y poliéster reciclados. Dichos materiales no impiden que estos equipajes, al igual que aquellos realizados con resinas vírgenes, presenten colores brillantes o incluso efectos de texturas que solo los polímeros permiten conseguir. Las tristes maletas negras ya pasaron a la historia y los consumidores cada vez más desean productos que les diferencien. Aunque solo sea para localizar más fácilmente su equipaje cuando aparece por la cinta transportadora de los aeropuertos. El sector del lujo tampoco se queda atrás y recientemente la marca norteamericana de maletas de gama alta Tuplus anunció la creación de una colección a partir de Terluran®, un acrilonitrilo-butadieno-estireno (ABS) completamente reciclable que contiene un 50 % de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) post-consumo, desarrollado por Ineos Styrolution.

Credit photo: lorem ipsum

¡Los plásticos reciclados, cada vez más solicitados! Incluso los fabricantes de equipajes de gama alta proponen últimamente modelos igual de lujosos pero fabricados a partir de polímeros reciclados.

Los plásticos nos dan aire

Ligeras, manejables... las maletas actuales tienen todas las cualidades necesarias para viajar con total libertad. En fin, o casi, porque si en algún aspecto no se ha evolucionado mucho es precisamente en su volumen, por razones evidentes. Equipajes más voluminosos ya serían demasiado difíciles de transportar e imposibles de colocar en el maletero de un automóvil o incluso en la bodega de un avión. ¡Algunos viajeros han hallado un ingenioso truco! Embalan previamente su ropa en bolsas poliméricas totalmente estancas y después aspiran el aire del interior mediante una pequeña bomba de vacío muy parecida a una mancha de bicicleta. El coste es muy bajo, las bolsas suelen ser de polietileno y los sistemas de válvula de poliamida, dos polímeros aptos para el inflado. Al aspirar el aire, la ropa se comprime y su volumen se reduce ¡a una tercera parte! La ganancia de espacio es considerable. El único inconveniente: la reducción es en volumen, no en peso. Cuidado con los importes adicionales...  

 

Una pequeña bomba de vacío y listo. Resultan notablemente prácticas estas bolsas de plástico estancas para comprimir la ropa y ganar así espacio dentro de las maletas.

Un polímero en la mochila

En el caso de los excursionistas o trotamundos, la maleta obviamente no es una opción. Para transportar su equipaje prefieren, como es lógico, la mochila, un concepto que no es precisamente moderno puesto que lo encontramos ya en los grabados ¡del siglo X! En esa época, se trataba de un simple cesto de mimbre equipado con unos tirantes de cuerda o de piel que utilizaban los campesinos para transportar su cosecha. Como en el caso de las maletas, hubo que esperar hasta el siglo XX para ver una evolución. Los primeros modelos modernos aparecieron a principios del siglo pasado, periodo que corresponde al inicio de los movimientos scout y del excursionismo. Estas mochilas consistían por aquel entonces en una armadura metálica (inicialmente de hierro y posteriormente de aluminio) y una bolsa de tela de algodón, a menudo impregnado de aceite para lograr una cierta impermeabilidad. A diferencia de las maletas, cuya revolución tuvo lugar en la década de 1950, para las mochilas esta no llegaría hasta bien pasada otra década. Aunque cabe señalar que llegará bastante más lejos.

 

Las mochilas son productos verdaderamente técnicos. Gracias a las propiedades de los polímeros presentes en su composición, las mochilas actuales se adaptan a cada morfología.

 Actualmente existen mochilas conectadas a dispositivos de paneles solares (hechos de polímeros blandos) que alimentan un GPS, un teléfono o un altavoz. Algunas están equipadas además con una cantimplora integrada hecha de PEVA, un polímero apto para el contacto alimentario. Ligeras y resistentes, las mochilas de excursionismo actuales son productos verdaderamente técnicos, fabricados a partir de diferentes polímeros. El revestimiento y el forro son generalmente de fibras de poliéster, tejidos prácticamente irrompibles e impermeables. Las zonas en contacto con el terreno cuando se deja la mochila en el suelo son de poliamida, una fibra que resiste muy bien la abrasión. En cuanto a los tirantes, suelen ser de polipropileno, un tejido fuerte y sobre todo muy poco elástico para garantizar que la mochila se mantenga en su sitio una vez colocada sobre los hombros. Los fabricantes de mochilas de gama alta recubren el dorso de sus productos con una placa de espuma de poliuretano moldeado que se adapta perfectamente a la forma del cuerpo para una comodidad máxima. Y para que el resultado sea óptimo, las mochilas actuales han dejado de ser un unisex. Existen modelos para hombre y para mujer. Se diferencian principalmente en la placa de espuma, que se adapta a las morfologías masculina y femenina, así como en la ubicación de los tirantes, por la misma razón.

Reciclaje: las bolsas entran en bucle

Tildadas de poco prácticas durante las últimas dos décadas, las bolsas de viaje habían quedado arrinconadas en favor de las mochilas o de las maletas con ruedas. Hoy en día gozan de cierta popularidad. Podría hablarse incluso de una resurrección gracias a algunas marcas que han logrado convertirlas en artículos de moda. Especialmente la norteamericana North Face y su «duffel bag», hecha de PVC y de llamativos colores, o la suiza Freitag, que recupera lonas de camión usadas, también de PVC, para fabricar sus bolsas de viaje.

© La Virgule

Gracias a empresas como La Virgule, el suprarreciclaje va ganando enteros. Todas sus bolsas de viaje están fabricadas a partir de lonas de PVC o de poliuretano recuperadas, en su mayoría procedentes de embarcaciones inflables al final de su vida útil.

La Virgule, una joven empresa francesa, entró en este mercado hace dos años con una propuesta de bolsa bastante innovadora. Al igual que Freitag, estos jóvenes se basan exclusivamente en el suprarreciclaje para diseñar sus diferentes modelos de bolsas de viaje. Así, las bolsas de la empresa emergente francesa están fabricadas únicamente a partir de objetos al final de su vida útil, como tiendas de camping de poliéster, embarcaciones y kayaks inflables de PVC o incluso botes salvavidas de poliuretano o PVC.

Fabricados en Europa, sus productos han tenido un éxito inmediato y las colecciones se desarrollan permanentemente. La Virgule propone actualmente bolsas de viaje, alforjas de bicicleta o incluso estuches para ordenador... Plenamente convencidos del camino trazado para el suprarreciclaje, ahora están buscando la manera de pasar de las costuras tradicionales a modelos termosellados y, por lo tanto, perfectamente estancos, algo que los polímeros como el PVC o el poliuretano, adaptados a la soldadura, permiten hacer.

La virgule, mochilas responsables y suprarrecicladas
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El cofre de los polímeros

¡El equipaje está listo! Solo falta trasladarlo hasta el lugar de destino. Los que eligen desplazarse en automóvil optan a menudo por los cofres de techo. Realmente prácticos, se fijan sobre un portaequipajes normal y permiten llevar un volumen considerable de equipaje adicional. Los hay de dos tipos: los primeros son blandos y generalmente de PVC, un material ideal para garantizar una buena estanqueidad –se utiliza, por ejemplo, para las cortinas de ducha–. Estos modelos blandos no ocupan espacio una vez desmontados porque se pueden plegar.

Los otros, que son los más comunes, son rígidos. Habitualmente están compuestos por una base y una cubierta de ABS, un material cuya resistencia está comprobada puesto que se utiliza con frecuencia para crear cascos de motocicleta. Algunos fabricantes añaden PMMA a la cubierta, un polímero especialmente resistente a la radiación ultravioleta.

 

Los cofres de techo de plástico son actualmente un elemento imprescindible para transportar un volumen de equipaje complementario, y además lo protegen frente al robo y la intemperie.

Finalmente, otros prefieren un material compuesto como la fibra de vidrio con resina epoxi –este es el material compuesto más utilizado en los cascos de las embarcaciones de recreo–. Fuerte y resistente a prácticamente todo, su único inconveniente es que resulta un poco más pesado. Por lo demás, la diferencia de precio entre los distintos modelos existentes se explica por los accesorios propuestos: la calidad de las bisagras, iluminación LED integrada, cierres de seguridad, disponibilidad de elevadores...

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