Vida diaria 9 min
Los envases se empeñan en aumentar su virtud
A menudo, injustamente señalados, los envases de plástico suelen ser más virtuosos de lo que se cree. Se reinventan a sí mismos para hacer frente al cambio climático. Una revisión de las innovaciones que ya están disponibles en los productos de consumo.
Los envases se empeñan en aumentar su virtud
Los envases se empeñan en aumentar su virtud

Envases plásticos más circulares

Los envases plásticos se encuentran en el centro de una verdadera paradoja. Por un lado, son inigualables cuando se trata de conservar en las mejores condiciones posibles los alimentos y productos cosméticos más delicados, por lo que contribuyen notablemente a la lucha contra el desperdicio de productos.

Por otro lado, se encuentran en el punto de mira pues se les considera perjudiciales para el planeta. Ante tal ambivalencia, se reinventan a sí mismos con el objetivo de ser más verdes y reducir su huella de carbono. El reto es considerable y los fabricantes de envases colaboran activamente desde hace tiempo con la industria de los polímeros en busca de soluciones. Estas pasan por el ecodiseño, la reutilización, la incorporación de plástico reciclado –los tres pilares de la circularidad– y el desarrollo de nuevos materiales.

 

La huella medioambiental de sus productos y, en particular, de sus envases, es hoy por hoy una de las preocupaciones principales de las industrias agroalimentaria y cosmética.

Unas cualidades que les sitúan en lo más alto...

Los envases plásticos no están por lo tanto condenados a desaparecer. Es más, el análisis de su ciclo de vida demuestra que resisten con creces la comparación frente a envases de otros materiales. Su producción emite en muchos casos menos CO2 que otras alternativas (como el aluminio o el vidrio, por ejemplo). Los polímeros son imbatibles sobre todo a la hora de subirse a la báscula. En el caso de las botellas, por ejemplo, un modelo de vidrio pesa quince veces más que su equivalente en PET. El impacto ecológico es evidente. Más pesadas y voluminosas, las botellas de vidrio ocupan más espacio y necesitan más camiones y, por lo tanto, más carburante o energía para el transporte de una cantidad equivalente de líquido.

Finalmente, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que 931 millones de toneladas, es decir, el 17 % de los alimentos producidos en 2019, han acabado en el cubo de la basura de hogares, comercios y restaurantes, entre otros.

 

Las propiedades protectoras de los polímeros que componen los envases alimentarios permiten alargar el periodo de conservación de los productos que protegen. De este modo, se evita que cerca de mil millones de toneladas de alimentos acaben en el cubo de la basura cada año.

Gracias a los envases, solo el 3 % de todos los productos entregados a los clientes se echan a perder durante las fases de producción y transporte en Europa. Los polímeros son a día de hoy los mejores materiales a la hora de proteger eficazmente aquello que contienen, gracias a su función de barrera frente al oxígeno, los rayos ultravioletas, la humedad y las bacterias. Por este motivo, es importante recordar que los polímeros alargan la vida útil de los productos que contienen al garantizar un modo de conservación óptimo. ¿Son perfectos? Todavía no, pero se encuentran en el buen camino.

El ecodiseño, escuela de virtud

Ya sea en el sector de la alimentación o el de la cosmética, el ecodiseño se ha convertido en la norma para todas las marcas y fabricantes de envases (véase la entrevista).
En los dos sectores mencionados, los productos a proteger son muy sensibles y requieren contenedores de altas prestaciones técnicas que además cumplan la estricta regulación sanitaria.
Se añade a la ecuación la necesidad de diseñar envases plásticos cada vez más reciclables y verdes. Algunas de las grandes firmas, que utilizan volúmenes de envases considerables, recurren a la industria de los polímeros para crear recipientes, frascos, tubos y otros contenedores que estén perfectamente armonizados con los requisitos medioambientales.

Los envases se ponen a dieta

Limitar el impacto medioambiental de los envases es actualmente una prioridad para el conjunto de los fabricantes, sea cuál sea el material empleado. Normalmente, la primera reacción es ponerlos a dieta para reducir la cantidad de material utilizado. Para ello, los fabricantes de envases plásticos utilizan programas informáticos capaces de optimizar la cantidad justa de material necesaria para la correcta conservación del producto. De este modo, en las dos últimas décadas, la mejora de los procesos ha permitido el desarrollo de envases de paredes finas. Gracias a una maquinaria más avanzada, el peso de las botellas de lejía de PEBD se ha reducido en un 13 %, el de las botellas de agua de PET en un 40 % y el de los recipientes para mantequilla, de polipropileno o de poliestireno, en un 22 %.

 

¡El concepto de la ecorrecarga va viento en popa! Para convencer a sus clientes, los fabricantes se esmeran en el diseño obteniendo a menudo resultados muy satisfactorios.

Poner a los propios productos a dieta es también una buena solución. La elaboración de productos concentrados implica, en efecto, envases mucho más pequeños. Este es el camino que ha elegido Cif, la marca de limpieza doméstica de Unilever, después de darse cuenta de que la mayoría de sus productos están hechos a base de agua. La marca ha creado unas recargas ultraconcentradas de Cif para sus botellas vaporizadoras Power & Shine, que requieren un 75 % menos de plástico que las recargas «tradicionales». Además, son completamente reciclables.

Cabe destacar también el caso de Evian, con su reciente innovación Evian® (re)new. Esta se presenta en forma de una burbuja plegable de 5 litros, colocada sobre una moderna fuente de diseño. Fabricada con plástico 100 % reciclado, esta burbuja fina y ligera cambia de forma después de cada utilización. Emplea un 60 % menos de plástico, por litro de agua, comparado con la botella de Evian® de 1,5 litros (una burbuja de 5 litros equivale a 3,33 botellas de Evian® de 1,5 litros).

 

 

Los monomateriales ganan polivalencia

Otro eje principal de investigación y mejora consiste en diseñar envases eficaces a partir de un único material. El reto es considerable, pero al final permite crear envases más fácilmente reciclables. Hoy en día, aproximadamente el 70 % de los envases plásticos están formados por una sola resina.

El caso de unas bolsitas alimentarias destinadas a la conservación de productos húmedos es especialmente representativo. Estas bolsitas están compuestas por varios polímeros diferentes (principalmente PE y PET). Las características técnicas de cada uno de ellos contribuyen a lograr las prestaciones que se exigen para el conjunto. Los alimentos que deben proteger son especialmente sensibles al oxígeno, las bacterias y/o los rayos ultravioletas. Por este motivo, lo ideal es apilar películas poliméricas de diferente naturaleza y funciones bien distintas. Aunque su eficacia no tiene parangón, estos envases resultan extremadamente difíciles de reciclar con los procedimientos de reciclaje mecánico actuales. Ahora bien, de cara a 2030, en Europa, todos los envases de plástico deberán ser reciclables. Las empresas del sector de la confitería han revisado sus soluciones con el objetivo de prescindir de las «multicapas multimateriales» sin dejar de garantizar una perfecta conservación de sus productos.

Para ello, han apostado por las películas de polietileno, que pueden tener características diferentes según la orientación de la trama. Así, algunas de estas películas ofrecen propiedades mecánicas reforzadas gracias a un procedimiento de estirado direccional que orienta su estructura polimérica. También es posible añadir aditivos a determinadas capas de película para conferirles unas propiedades específicas. Actualmente, podemos encontrar en los estantes de los supermercados bolsitas multicapa 100 % de polietileno. Mars, Nestlé o Haribo ya las usan para algunos de sus productos de confitería. Cuando lleguen al final de su vida útil, y una vez reciclados, estos envases se convertirán en toldos agrícolas o bolsas de basura.

 

 

Marcas como Haribo ofrecen ahora bolsas multicapa 100% de polietileno

Basándose en el mismo concepto, Nestlé ha desarrollado para su marca de papillas infantiles Gerber unas bolsas compuestas exclusivamente de polipropileno que sustituyen a las bolsas multicapa multimateriales utilizadas hasta entonces. El objetivo de la marca es conseguir reciclarlas convirtiéndolas en productos similares.

Albéa, una de las principales empresas del sector de los envases para cosméticos a escala mundial, acaba de lanzar el EcoFusion Top, un tubo cuyo cuerpo y tapa constituyen una sola pieza. Esta solución ha permitido una reducción de peso superior al 80 % con respecto a las soluciones tradicionales. ¡Se trataría del tubo más ligero del mercado! Y para mejorar su creación, Albéa lo ha diseñado a partir de un único polímero (el polietileno de alta densidad o HDPE) con el fin de facilitar su reciclabilidad.

 

La elección de un monomaterial garantiza una mejor «reciclabilidad» de los productos. Para ir un paso más allá, algunos fabricantes, como por ejemplo Albéa, han logrado crear un tubo monomaterial formado por una sola pieza. Una ventaja para el consumidor, que ya no dudará a la hora de decidir el contenedor de reciclaje.

Envases rellenables: creatividad desbordante para entusiasmar al consumidor

El principio es simple: el consumidor compra un conjunto que incluye un estuche, donde recae todo el diseño, y un recambio, donde está contenido el producto, ya sea crema, líquido o incluso barra de labios... cuando se termina solo tiene que comprar ese recambio. Un concepto similar al de una pluma estilográfica... todo el ingenio reside en la facilidad de uso. Los diseñadores ponen todo su empeño e invierten grandes dosis de imaginación tratando ante todo de convencer y seducir al consumidor. Asquan, una marca hongkonesa, propone así el Essential Push Button Tottle: si bien el estuche es bastante clásico, la recarga de polietileno parece un acordeón. Después de colocar la crema, basta con pulsar un pequeño botón situado en el extremo del estuche para hacerla salir. Una vez vacía, la recarga se recicla como un envase tradicional monomaterial, es decir, mecánica o químicamente. Su bajo coste es una ventaja adicional para el consumidor. En efecto, a diferencia de otros productos, el consumidor compra una sola vez el estuche. Este normalmente está diseñado y realizado con un polímero más noble como el ABS, un plástico brillante que puede tener un aspecto metálico y muy resistente a los impactos. Por lo que se refiere a la recarga, su aspecto es irrelevante puesto que, al no ser visible, tan solo debe ser práctica y resistente, lo que permite usar polietileno o incluso polipropileno.

Otros fabricantes, como el productor de envases español Faca Packaging, proponen estuches hechos de polímeros reciclados, en este caso de PMMA. Más transparente que el vidrio y capaz de adquirir un aspecto ultrabrillante, opaco o incluso coloreado, el PMMA es uno de los polímeros preferidos de los diseñadores.

 

Los profesionales de la cosmética se decantan cada vez más por el concepto de los envases recargables. Puesto que solo los estuches perduran, este enfoque no obstaculiza el diseño de los envases, tan importante en el sector para hacer los productos atractivos.

La empresa española se ha interesado en dos tipos de PMMA reciclado. El primero se obtiene mediante reciclaje químico, y el segundo proviene de piezas de PMMA al final de su vida útil o restos de fabricación que a continuación se funden para ser finalmente remoldeados. Esta última técnica no plantea problemas de seguridad sanitaria puesto que el estuche no está en contacto con el producto, solamente lo hace el cartucho...

Ecorrecargas de monomaterial, el fin del fin

Reducción de los plásticos utilizados, mayor utilización de monomateriales, mejora de la reciclabilidad... el mercado de las ecorrecargas sigue avanzando. Algunos fabricantes intentan diseñar ecorrecargas basadas cada vez más en un solo polímero para facilitar su reciclaje.

 

La ecorrecarga es una solución excelente para reducir la cantidad de plástico utilizado en el envase. Cuando  además está formada por un solo polímero, resulta incluso perfecta. Y esto es cada vez más frecuente...

Recientemente, la empresa estadounidense Arcade Beauty, líder mundial de las soluciones de envases de muestra y monodosis para perfumes y productos de belleza, ha desarrollado para L’Oréal su primera ecorrecarga monomaterial de polietileno (PE), incluida la tapa. Se trata de una alternativa perfecta a los frascos tradicionales que permite un ahorro de material del 75 %, comparado con dos frascos de champú de 250 ml. La ecorrecarga es en efecto una de las nuevas vías de investigación de los profesionales de los envases y tiene todo lo necesario para avanzar posiciones rápidamente.

En la misma tendencia, este último también ha creado para Kérastase, la marca de tratamientos capilares profesionales de lujo, una ecorrecarga de 500 ml completamente de polietileno y reciclable. Esta promete un ahorro de plástico del 82 % comparado con los frascos tradicionales.
El sector de la lejía no se queda a la zaga y un ejemplo de ello, entre otros, es el de las recargas de Frosch: estas han adoptado un nuevo envase que consiste en una bolsa blanda y un tapón, ambos de polietileno, que podrán, cuando llegue el momento, ser reciclados. Las partes impresas se despegan fácilmente de la bolsa con el objetivo, también en este caso, de facilitar su reciclaje.

Plásticos menos dependientes de los hidrocarburos

Desvincularse de los hidrocarburos para fabricar materias plásticas es otra vía para lograr plásticos más verdes. Se habla entonces de descarbonización. Esto se traduce concretamente en la utilización de materias primas obtenidas a partir de la biomasa vegetal (almidón de maíz, ricino, caña de azúcar, algas, residuos forestales, etc.) o animal (grasas). Los polímeros producidos así se denominan bioplásticos, un término que puede prestarse a confusión. Contrariamente a lo que suele creerse, un bioplástico no siempre es biodegradable o compostable.

La producción a partir de materia vegetal de polímeros que tradicionalmente proceden del petróleo, como, por ejemplo, el polietileno, es un método contrastado con un futuro prometedor. La ventaja principal de estos materiales es que se fabrican a partir de materias renovables. Además, los recursos vegetales utilizados absorben el dióxido de carbono de la atmósfera y lo secuestran a lo largo de la vida del producto, reduciendo así la huella de carbono del envase. Estos polímeros de origen biológico son idénticos a sus homólogos fósiles, por lo que presentan las mismas propiedades y, sobre todo, pueden incorporarse a los procesos de reciclaje ya existentes.
Hace apenas un año, el gigante suizo Nestlé lanzó en Bélgica una nueva tapa de polietileno para los envases de una de sus líneas de productos de nutrición infantil. Tiene la particularidad de que contiene un 66 % de polietileno obtenido a partir de caña de azúcar. Por este motivo, las tapas están certificadas como productos elaborados con materiales de origen renovable y pueden reciclarse mediante los procedimientos tradicionales para el PE (polietileno).

Un polietileno obtenido exclusivamente a partir de CO2

Si bien los bioplásticos y los materiales reciclados ofrecen una solución interesante para desvincularse de los hidrocarburos, esta solución está lejos de ser la más ambiciosa. Recientemente, la empresa estadounidense Lanzatech –líder mundial en el ámbito de la fermentación de gases y especializada en el reciclaje de carbono–, la petrolera Total y el grupo L’Oréal anunciaron haber producido, fruto de su colaboración, una botella de polietileno para cosméticos fabricada a partir de emisiones industriales de carbono que son captadas y recicladas. ¡Una primicia a escala mundial! El proceso, que ha sido ensayado con éxito, está compuesto por tres etapas: LanzaTech capta las emisiones industriales de carbono a la salida de fábrica y las convierte en etanol gracias a un proceso biológico desarrollado por ellos. Total transforma el etanol en etileno a través de un innovador procedimiento de deshidratación. A continuación, este gas es polimerizado para convertirse en un polietileno que presenta las mismas características técnicas que su equivalente fósil. Finalmente, L’Oréal utiliza este polietileno para fabricar unos envases cuyas propiedades son absolutamente idénticas a las de un envase de polietileno tradicional. Este indiscutible éxito tecnológico e industrial demuestra que es posible producir envases plásticos a partir de emisiones de carbono. Esta primicia mundial constituye un nuevo eje de descarbonización de los materiales plásticos.

 

La fabricación de plásticos a partir del CO2 captado a la salida de las chimeneas industriales es una de las proezas logradas por un consorcio de tres de las empresas principales.

 

Si te ha gustado este artículo ¡te encantará el siguiente!
  • La leyenda negra de los envases de plástico
    Vida diaria 6 min
    La leyenda negra de los envases de plástico

    Todavía hay quien considera los envases de plástico como meros materiales publicitarios o, incluso, puramente desechos. Este «juicio de intenciones» está claramente injustificado, especialmente en lo ...

  • El primer tubo de pasta de dientes reciclable
    En un vistazo 2 min
    El primer tubo de pasta de dientes reciclable

    Smile for Good es el sugerente nombre con el que el Grupo Colgate-Palmolive ha bautizado la nueva pasta de dientes que ha lanzado recientemente en el mercado europeo. Lo que la hace especial es que vi...

  • Hipli: el embalaje que tiene muchas vidas
    En un vistazo 2 min
    Hipli: el embalaje que tiene muchas vidas

    Una empresa emergente con sede en El Havre se ha propuesto reducir los residuos generados por las entregas a domicilio con el fin de combatir el impacto medioambiental del comercio electrónico. Con es...