Bioplásticos, una historia antigua como el mundo
Lo «bio» desde la antigüedad
Podríamos creer que la utilización de los plásticos «biobasados» apareció con el cambio de milenio. Sin embargo, se han utilizado algunos desde la más remota antigüedad. No hay más que recordar la pelota de látex de los jugadores mayas de pelota. Eso fue 1600 años antes de nuestra era... O, todavía más atrás en el tiempo, las herramientas neolíticas ensambladas con resinas vegetales, que ya competían con los selladores bituminosos en Oriente Medio. Desde hace mucho tiempo, el hombre recurre a la biomasa para diseñar objetos cotidianos.
La biomasa, el conjunto de materia viva, tanto de origen vegetal como animal, produce anualmente cerca de 172 000 millones de toneladas de materias orgánicas secas, de las cuales se utilizan menos del 4 %, normalmente, con fines alimentarios. Por lo tanto, se trata de una reserva de recursos a partir de la cual es posible fabricar energía eléctrica, biocarburantes, gas, el hidrógeno para las futuras pilas de combustible... o los polímeros sintéticos. |
Los hombres prehistóricos ya utilizaban los polímeros de origen vegetal, como el ámbar, para elaborar pequeñas herramientas. |
Los primeros plásticos industriales también fueron «bio»
Desde el inicio de la era industrial, los químicos encontraron en la biomasa los materiales básicos de los primeros polímeros artificiales, como la parkesina, presentada en Londres con motivo de la exposición universal de 1862. Se trata del primer material plástico moderno. Se lo debemos al químico inglés Alexander Parkes, quien buscaba un sustituto para el caucho natural. Este nuevo material, obtenido a partir de la celulosa, uno de los componentes principales de los tejidos vegetales, podía adquirir una forma flexible o rígida, era resistente al agua, se teñía fácilmente y, sobre todo, era moldeable a voluntad. ¡Había nacido la era de los polímeros sintéticos!
Al comienzo del siglo XX, las muñecas se fabricaban con celuloide, uno de los primeros bioplásticos. Este material considerado como peligroso por ser muy inflamable, se fue retirando del mercado progresivamente |
En 1870, con el fin de encontrar un sustituto para el marfil, John Wesley Hyatt y su hermano, impresores del Estado de Nueva York, tuvieron la idea de mejorar la parkesina añadiéndole alcanfor. De este modo crearon el celuloide. Este material plástico se utilizará para las bolas de billar, pero igualmente para las pelotas de tenis de mesa o, incluso, en la industria cinematográfica. Sin embargo, este material se consideró peligroso por ser muy inflamable y apenas se utiliza en la actualidad. |
La galatita apareció en 1897, y se la debemos a Auguste Trillat. Se trata de un polímero biodegradable generado por una mezcla de formol y caseína, la proteína de la leche.
La galatita, un polímero producido a partir de la caseína de la leche, tuvo su momento de gloria al servicio de la fabricación de pequeños broches como esta mariquita.. |
Su aspecto similar al del marfil le valió un gran éxito en el sector de la bisutería durante los Locos Años Veinte. Algunos botoneros nostálgicos siguen utilizándolos... Pero este polímero podría volver a la escena, gracias especialmente a los trabajos de la empresa francesa Lactips, que lo utiliza de nuevo después de haberlo hecho evolucionar para producir una película hidrosoluble como la que rodea las pastillas de lavavajillas. |
Al otro lado del Atlántico, Henry Ford soñaba con construir un vehículo de plástico que sería, según él, más seguro y ligero que un vehículo de acero.
En 1941 presenta el Hemp Body Car o Soy Bean Car, un prototipo de coche en el que algunas piezas estaban fabricadas con un plástico de origen vegetal a base de granos de soja o de cáñamo. Con la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, se abandonaría el proyecto a pesar de la inversión de millones de dólares realizada en el desarrollo de este plástico de origen vegetal.
En 1947 apareció un nuevo bioplástico que deslumbró por sus prestaciones técnicas. Se trataba del Rislan®, también conocido por su nombre de poliamida 11. Se deriva del aceite de ricino. Al ser caro de producir, apenas podía competir económicamente con los plásticos derivados del petróleo. Dicho esto, sus prestaciones técnicas son tales, especialmente su excelente resistencia a las sustancias corrosivas, a los rayos UV, a las inclemencias meteorológicas, etc., que se utiliza mucho en la fabricación de los manguitos de combustible, los conductos flexibles para los sectores del gas y el petróleo, los revestimientos de cables eléctricos o, incluso, las suelas del calzado de alto rendimiento.
El Rislan®, a base de aceite de ricino, es uno de los biopolímeros más antiguos. Algo que no le impide encontrar su hueco en objetos muy técnicos como las botas de esquí. |
Después hará falta esperar de nuevo cincuenta años para ver el surgimiento de una nueva generación de bioplásticos, como los PLA o los PHA producidos a partir del almidón de plantas como el maíz y que son consecuencia del auge de la química verde en la década de 1990.
Si desea más información sobre los PLA y los PHA, lea la parte 3 de nuestro informe.