La lección de los denominados países en desarrollo

Extrema clasificación selectiva de botellas de PET en Etiopía

Durante nuestra última entrevista, estaban a punto de dejar el continente africano. Desde entonces, han viajado por Asia y Sudamérica. ¿Han sido sus encuentros igual de exitosos que en África? ¡Sin ninguna duda! Especialmente en la India, donde descubrimos numerosas iniciativas que eran interesantes por lo que conseguían desde un punto de vista humano así como en relación con el reciclaje de plásticos. Pero, antes de ir a descubrir los abundantes recursos de Asia, decidimos en el último momento viajar a Adís Abeba, la capital de Etiopía.

. Nos habían hablado de un enorme vertedero a cielo abierto en el que vive y trabaja la población más pobre. Imaginen un espacio de varios kilómetros cuadrados en el que se alternan vertederos y barrios de chabolas. Allí, la gente recoge cualquier cosa que piensa que puede tener algún valor. Es una especie de hormiguero que se organiza según la especialización de cada persona: están los recolectores de metal, los de cartón o los de plásticos y, entre estos últimos, algunos solo recogen envases, o botellas clasificadas por colores. Una vez clasificados los residuos, cada persona intenta vender lo que ha recogido a las empresas de reciclaje a cambio de unos pocos céntimos. ¡Es un mundo en el que impera la inventiva! Fue en este contexto que conocimos a un grupo de artistas que nos retaron a crear una obra de arte exclusivamente a partir de los materiales que pudiéramos encontrar en el lugar. Aunque logramos superar el reto, el éxito no fue absoluto. Quisimos crear una gran lámpara que representara nuestro planeta, hecha con una estructura de metal y botellas de PET verdes y azules. Lamentablemente, no disponíamos del tiempo necesario para terminar el proyecto.

Así que no fue fácil tener que despedirse de África para ir hacia Asia. ¿Por dónde entraron?

Entramos por la India, en concreto por Bombay, una de las ciudades más pobladas del mundo. Sobre la India hablaremos más tarde porque verdaderamente fue uno de los países que más nos «marcó» a ambos, tanto por las personas que conocimos como por el ingenio de las iniciativas para mejorar el reciclaje de plásticos.

De acuerdo. ¿Sobre qué país les gustaría hablar?

Después de la India, viajamos a Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo y también uno de los más contaminados por todo tipo de residuos. Los países en desarrollo no generan más residuos que los otros países, simplemente, estos resultan más visibles debido a que se desechan en vertederos a cielo abierto. Una ráfaga de viento puede desplazar fácilmente los residuos más ligeros, como los plásticos, y transportarlos hasta los espacios naturales o los océanos. Es fácil comprender que algunos, incluido el sector de los plásticos, apuesten por una política dirigida a evitar que haya residuos plásticos en los vertederos, especialmente, como pudimos constatar, debido a que los plásticos usados pueden convertirse en un recurso. Volviendo a Indonesia, nos reunimos con organizaciones que intentan desarrollar nuevos tipos de plásticos. Una de ellas es Enviplast, una filial de PT Intera Lestari Polimer, un importante grupo petroquímico local dedicado a la fabricación de polímeros. Su historia resulta interesante. A principios de la década actual, decidieron que el petróleo no era un recurso sostenible y que era necesario buscar una alternativa. Desarrollaron un biopolímero a base de almidón de mandioca y que, por lo tanto, era de fuentes renovables y biodegradable.

Esto no es nada nuevo. Ya se llevaron a cabo experimentos similares que podían tener efectos no deseados sobre la deforestación y los cultivos alimentarios. Así es. Nosotros hicimos la misma observación, y sus respuestas fueron muy convincentes. La mandioca se utiliza principalmente para obtener harina con la que se alimenta a la población. Sin embargo, parte de la mandioca no es adecuada para el consumo y por lo tanto constituye un residuo.Sin embargo, parte de la mandioca no es adecuada para el consumo y por lo tanto constituye un residuo. Es esta parte la que utiliza Enviplast para crear su biopolímero. De este modo, no existe ningún efecto adverso sobre los cultivos alimentarios.

El cultivo de plantas destinadas a usarse en biocombustibles y bioplásticos en detrimento de cultivos alimentarios no es una solución sostenible.

¿Y a qué usos se destina este biopolímero?

Se vende a la industria transformadora en forma de pellets. Mayoritariamente, se utiliza para fabricar bolsas desechables biodegradables. Sin embargo, se produce una paradoja. Enviplast solo vende una pequeña parte de su polímero a empresas indonesias porque las bolsas de plástico no biodegradables todavía no han sido prohibidas en el país. La mayoría de sus ventas son a países donde sí las han prohibido. Esto demuestra que el dicho según el cual nadie es profeta en su propia tierra sigue siendo cierto.

a partir de los residuos no comestibles de la mandioca se obtiene un bioplástico excelente para la fabricación de bolsas de plástico biodegradables.

Un polímero a base de algas. El envase perfecto para los alimentos.

En Indonesia, también visitamos Evoware, una empresa de reciente creación que fabrica films a partir de algas comestibles y que fue galardonada por la Fundación Ellen MacArthur. Resulta ideal para envasar alimentos como, por ejemplo, hamburguesas. Pero han ido un paso más allá y han encontrado una aplicación única para su material de envasado. Esperan venderlo a empresas elaboradoras de café liofilizado para producir cápsulas individuales que podrían sumergirse en agua caliente, de modo que el film y el café simplemente se disolverían. El mismo tipo de envasado podría aplicarse a toda clase de alimentos, incluidas las especies, para preparar reservas aromáticas.

Después de largos meses en países en desarrollo, viajaron a Nueva Zelanda. ¿Representó un impacto a nivel cultural? Sí, pero no tan fuerte como habríamos esperado. Llegamos a Auckland, la capital del país. Es una ciudad altamente desarrollada, pero además se caracteriza por una gran creatividad potenciada por su increíble mezcla de etnicidades. Nos habían hablado de Critical Design, una empresa de diseño de reciente creación que recupera plásticos usados convirtiéndolos en objetos cotidianos.

Una exitosa línea de objetos de diseño hechos con plásticos reciclados.

Son muy conocidos por su mesa con forma de trébol de cuatro hojas. Sus productos se venden bastante bien. Comenzaron su aventura prácticamente el mismo día en que China decidió dejar de importar residuos plásticos para reprocesarlos. Se preguntaron si habría alguna forma de conseguir que esos plásticos se convirtieran en un recurso. Por cierto, diseñaron su propia máquina para triturar, fundir y prensar los plásticos usados.

También habrán conocido activistas que abogan por un “mundo diferente”. ¿Qué tienen en común?

Básicamente, no les gusta ver cómo nuestro estilo de vida causa tantos daños a nuestro planeta. Son muy conscientes de que la suya es una pequeña contribución, pero creen que si todas las personas hicieran lo mismo, la tierra estaría menos contaminada y correría menos peligros. Algunos piensan que no todo el mundo es consciente de ello, a menudo debido a la falta de información, especialmente en los países menos desarrollados. Algunos de nuestros encuentros fueron inesperados, como en el caso de Chile, nuestro siguiente destino después de Nueva Zelanda. Allí nos reunimos con la empresa Triciclos, toda una institución en el país. Triciclos ha diseñado una docena de contenedores de reciclaje para cada tipo de residuo reciclable: papel, cartón, plástico, metal, etc. Su proyecto partía de la idea de que la clasificación constituía un cuello de botella para el reciclaje de materiales usados. Y así es, dado que la creación de centros de reciclaje es algo que no todos los países pueden permitirse, y este era también el caso en Chile. La empresa diseñó una docena de contenedores diferentes que instalaron cerca de los supermercados. Hay varios contenedores diferentes solo para los plásticos: botellas, envases de alimentos, bolsas y otros. En definitiva, son los clientes los que hacen la clasificación. Les ayuda el personal de Triciclos que se encuentra en el sitio durante el horario de apertura de los supermercados. La idea es genial porque reduce los costes de recogida y clasificación. Luego, y esto es lo que permite a Triciclos costear su funcionamiento continuado, cada uno de los residuos es vendido al peso a empresas de reciclaje, convirtiéndose en un recurso. Su sistema ha demostrado ser tan exitoso que Triciclos lo ha exportado a países vecinos como Argentina, Colombia y Brasil. Actualmente, los fundadores de la empresa son reconocidos expertos en economía circular y muchas instituciones recurren a ellos gracias a la calidad y relevancia de su asesoramiento.