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Residuos plásticos marinos: a la pesca de soluciones
La cuestión de los plásticos tiene dos caras. Por un lado, aportan numerosas innovaciones que se traducen en altas prestaciones técnicas, comodidades y beneficios para el medioambiente, en gran medida desconocidos. Por el otro lado, son demasiados los plásticos que, abandonados en tierra firme, acaban en los océanos, constituyendo el 80 % de los residuos plásticos marinos. La lucha para combatir este fenómeno ha empezado y emergen multitud de soluciones.
Residuos plásticos marinos: a la pesca de soluciones
Residuos plásticos marinos: a la pesca de soluciones

Actuar tierra adentro antes que en altamar

Barreras fluviales para plásticos a la deriva

¿Cuáles son las posibles soluciones? Estas difieren según se centren en los residuos que ya han llegado al mar o en los que todavía están en tierra. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de residuos plásticos marinos provienen de actividades terrestres, evitar que lleguen a los océanos es una prioridad en la que coinciden todos los expertos. Por lo que se refiere a los residuos plásticos que ya han llegado hasta los ríos, numerosas organizaciones (ONG, empresas emergentes, etc.) proponen la instalación de barreras antes de la desembocadura. «Compiten» dos técnicas. La primera de ellas es móvil y fácil de poner en funcionamiento. Consiste en unas barreras formadas por cilindros flotantes. Normalmente, están fabricadas a partir de plásticos reciclados o, en cualquier caso, de materiales poliméricos, lo que no es en absoluto paradójico. Los plásticos son los materiales ideales puesto que son estancos y resisten el medio fluvial (radicación ultravioleta, ramas, corrientes, intemperie...). Algunos polímeros, como el polipropileno, resultan bastante económicos, por lo que permiten fabricar las barreras a un coste notablemente más bajo. Estas barreras capturan los objetos flotantes que, transportados por la corriente, son dirigidos hacia la orilla, donde serán recuperados.

© Sea defences solutions

Las barreras azules son una tecnología sencilla pero eficaz para detener los residuos flotantes antes de que lleguen a los océanos.

La otra técnica es igualmente eficaz, aunque requiere un acondicionamiento mínimo. Desarrollada principalmente por una empresa emergente con sede en Ámsterdam, The Great Bubble Barrier se basa en generar una cortina de burbujas que emanan de un tubo perforado situado en el fondo de la corriente de agua. El aire bombeado a través del tubo hacia la superficie crea una pantalla que bloquea el paso de los residuos. La orientación en diagonal de la cortina de burbujas permite guiar los residuos hacia la orilla, donde se encuentra ubicado un dispositivo de captura. La ventaja de esta solución con respecto a la anterior es que permite recuperar los residuos que se encuentran «entre dos aguas» o cerca del fondo.

©The Great Bubble Barrier®

The great Bubble Barrier: un nuevo sistema fácil y asequible que consiste en una barrera de burbujas que atrapa los residuos y los redirige hacia las orillas de los canales donde luego pueden recogerse.

La empresa emergente francesa Vertuoso, por su parte, se ha centrado en las aguas pluviales que, durante las lluvias torrenciales, arrastran los residuos urbanos que escapan a las redes de alcantarillado temporalmente obstruidas. La joven empresa ha diseñado unas grandes jaulas que se colocan en la entrada de los depósitos de retención destinados a recibir y contener el exceso de agua pluvial. Las jaulas están equipadas con unas finas mallas, de modo que son capaces de retener objetos de hasta 5 mm. Los residuos se retiran periódicamente de las jaulas para proceder a su clasificación y posterior valorización.

Evitar que las «lágrimas de sirena» vaguen a la deriva

Los puertos son también objeto de vigilancia. Ya sean comerciales o deportivos, estos albergan múltiples actividades cuyos residuos, por negligencia o por accidente, pueden acabar en el agua. Cada vez son más los puertos, especialmente los deportivos, que cuentan con pequeños robots autónomos ‒parecidos a sus primos hermanos los limpiadores de piscina o las aspiradoras‒ cuya misión es recoger cualquier objeto que esté flotando en el agua.

© Iadys

Jellyfishbot es un pequeño robot capaz de recoger los residuos y vertidos de combustible que flotan en la superficie del agua. Es especialmente eficaz en las zonas de difícil acceso.

Existen diferentes modelos, entre ellos, el Jellyfishbot, un robot-medusa cuya movilidad le permite llegar a los rincones más recónditos donde suelen acumularse los residuos, por ejemplo, entre las embarcaciones y el embarcadero. Cuenta con una red que simplemente debe vaciarse regularmente y una autonomía superior a 7 horas. Basado en el mismo principio encontramos a su competidor directo, el Geneseas, que en este caso dispone de una cesta de recogida y se diferencia del anterior, principalmente, por el hecho de que incorpora unas baterías recargables con energía solar.

En Bélgica, en el puerto comercial de Amberes, el sector del plástico –desde los fabricantes de polímeros hasta sus transformadores, pasando por las empresas de logística– ha puesto en marcha el programa bautizado como Operation Clean Sweep (OCS), destinado a evitar los escapes de pélets (también denominados «lágrimas de sirena») al medioambiente. Segundo puerto europeo en tonelaje, ha sido pionero gracias a su compromiso desde 2017 de poner fin a la «fuga» de pélets industriales en sus aguas. Con el fin de medir el camino recorrido, las autoridades portuarias, desde hace 5 años, pesan la cantidad de pélets recuperados anualmente. Este indicador permite medir la reducción de los escapes de «lágrimas de sirena» en el puerto. En 60 meses, esta cifra ha pasado de más de 8 toneladas a tan solo 2,5 toneladas. Ciertamente, el objetivo de cero pérdidas de pélets todavía no se ha alcanzado, pero la mejora es evidente y demuestra la importancia de implicar al conjunto de los agentes económicos y las autoridades.

Ocean-bound plastic waste: los residuos que terminarían en el mar a no ser que…

Si bien la basura, los plásticos y otros tipos de residuos son un problema en Europa, esto no es nada comparado con la situación que encontramos en la mayoría de los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, actualmente se sabe que los residuos presentes en el Mediterráneo provienen sobre todo del Oriente Medio y el Magreb.

Numerosas ONG que actúan en esas zonas, proporcionando ayuda a la población, ahora se centran también en la búsqueda de soluciones para los residuos que se acumulan en las calles, especialmente en los barrios más desfavorecidos. Tal es el caso, por ejemplo, de The Plaf, una ONG con sede en las Filipinas e impulsada por la Alliance To End Plastic Waste* (AEPW): «Nosotros no recogemos específicamente los residuos marinos, o solo lo hacemos de manera excepcional. Nuestra estrategia consiste en recoger los residuos en tierra, antes de que tengan la oportunidad de llegar a los ríos u océanos. Estos residuos se conocen como «ocean-bound plastic waste» (es decir, futuros residuos oceánicos). Recolectamos estos residuos plásticos gracias a nuestra red con más de 150 puntos de recogida. Son puntos donde las personas pueden depositar de manera voluntaria sus residuos en nuestros contenedores de recogida. No es necesario que los laven ni los clasifiquen, tan solo que sean plásticos, nosotros nos ocupamos del resto. Estos puntos de recogida pueden ser escuelas, universidades, pueblos, edificios, tiendas, centros comerciales, etc.», explica François Lesage, fundador de la ONG. A continuación, los residuos plásticos recogidos son clasificados por tipo de polímero y preparados para su reciclaje. The Plaf dispone de su propio centro de producción. Una vez lavados y triturados, los pélets (en la mayoría de los casos de PEHD o de PP) pasan por una máquina extrusora antes de comenzar una nueva vida en forma de paneles, pilares o incluso envases.

«Ya hemos creado 30 puestos de trabajo directo y facilitamos indirectamente un modo de vida a otras tantas decenas de personas vinculadas con la red informal de recogida de residuos (buhoneros, traperos, etc.), a quienes compramos los residuos plásticos. La capacidad de reciclaje actual de nuestra planta piloto es de 2000 toneladas al año. Esperamos recaudar próximamente los fondos necesarios para instalar una segunda planta en las Filipinas con una capacidad de 10 000 toneladas al año», concluyó François Lesage.

© The Plaf

En Filipinas, la ONG The Plaf organiza la recogida y el reciclaje de residuos de plástico. Los residuos tienen una nueva vida en forma de tablas y postes. Esta iniciativa ya ha creado 30 puestos de trabajo.

Presente en todos los continentes, la AEPW financia decenas de iniciativas de este tipo. De carácter medioambiental, sus acciones permiten la creación de empleo y ayudan de esta forma a las personas más desfavorecidas a salir de la pobreza. En Mozambique, por ejemplo, la asociación Basisa Bazaruto se centra en la recogida de residuos que, transportados por las corrientes marinas desde las grandes ciudades del país, incluso desde la isla de Madagascar, a unos 1000 km de distancia, se acumulan en las playas paradisiacas de esta reserva natural. El modelo es análogo al de The Plaf y, desde 2020, el conjunto de las partes implicadas ha fijado el objetivo de recoger aproximadamente 100 toneladas de residuos cada año. De momento, su volumen de recogida asciende a 6 toneladas al mes.

* La Alliance To End Plastic Waste es una organización no gubernamental basada en Singapur, fundada y financiada por la industria química y las industrias usuarias de materiales derivados de los poliméricos, cuyo objetivo consiste en promover soluciones que reduzcan y eviten la contaminación medioambiental debida a los residuos plásticos, en particular, en los océanos.

Por lo que se refiere a los residuos que ya se encuentran en el mar, ¿cuáles son las posibles soluciones?

Algunos proyectos han ideado grandes embarcaciones equipadas con sistemas capaces de recoger los plásticos en altamar. Tal es el caso de The Ocean Cleanup, una ONG creada por un joven neerlandés. La asociación ha construido una red de 600 m de largo que se extiende en forma de «U» y es arrastrada por dos barcos. Esta barrera es capaz de recoger los residuos flotantes, desde los más pequeños (de algunos milímetros) hasta los más grandes (macrorresiduos), incluidas las redes fantasmas de varias decenas de metros de largo. Paralelamente, la modelización informática permite identificar las zonas de acumulación de residuos generadas por las corrientes y saber de este modo dónde extender la red a fin de optimizar la recogida. La Ocean Cleanup tiene la ambición final de limpiar el 90 % de todos los remolinos del planeta de cara a 2040. Finalmente, cabe recordar que la ONG dispone además de embarcaciones capaces de abordar el problema más arriba, es decir, en los ríos.

Foto: Banco de imágenes

Remolcadas por uno o dos barcos, estas barreras de red, de varios cientos de metros de longitud, recogen todos los residuos cerca de la superficie.

Existen otros proyectos igualmente ambiciosos. Como el de la asociación Sea Cleaners, que prevé la botadura en 2024 de un catamarán con unas velas gigantes de 50 m de largo, destinado exclusivamente a la recogida de residuos en el mar. Según la importancia de las zonas y la densidad de los residuos, debería ser capaz de recoger de 1 a 3 toneladas de residuos por hora. Su objetivo es capturar entre 5000 y 10 000 toneladas anuales, principalmente en las zonas de alta concentración de contaminantes de Asia, África y Sudamérica. Los residuos recolectados serán clasificados a bordo, procesados y valorizados gracias a una unidad de conversión energética por pirólisis. Esta debería funcionar las 24 horas y transformar absolutamente todos los residuos en energía con el fin de suministrar una fracción de la energía que requiere la propia embarcación.

El sector pesquero, líder del cambio

Desde 2019, una directiva europea obliga a los fabricantes de aparejos de pesca a prever la gestión de sus productos al final de su vida útil a través de la aplicación del principio de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), que ya es vigente en otros sectores. Si bien este reglamento es, de momento, de carácter voluntario, deberá entrar en vigor a más tardar el 1 de enero de 2025. Algunos puertos pesqueros han empezado a organizar la recogida equipándose de grandes contenedores destinados a recibir las redes usadas. Esta obligación es absolutamente crucial puesto que, según las ONG, entre ellas Greenpeace, cada año se pierden en los mares, a nivel mundial, alrededor de 600 000 toneladas de aparejos de pesca (redes, hilos, cuerdas...).

Esta cifra es difícil de calcular con precisión, puesto que no todos los pescadores declaran sus pérdidas... Un aparejo de pesca es, ante todo, una herramienta de trabajo que tiene un coste, y con la que los pescadores «se ganan el pan». Lo más frecuente es que su pérdida en el mar sea consecuencia de un accidente mecánico, un error de manipulación o las inclemencias meteorológicas.

 

Foto: Banco de imágenes

Cada año se pierden varios cientos de miles de toneladas de redes en los océanos. Recogerlos antes de que se hundan es crucial para salvar los océanos y su fauna.

Pero ¿cómo recuperar este material extraviado antes de que se hunda? En efecto, este no es fácil de localizar, sobre todo cuando los fenómenos meteorológicos no están de nuestra parte... La solución reside en la personalización de los aparejos de pesca (al menos, las redes y las jaulas) combinado con un sistema de geolocalización en caso de pérdida. Numerosas empresas pesqueras equipan ahora sus redes con transmisores, es decir, unos pequeños aparatos alimentados por una batería, capaces de emitir una señal. El único problema es que la vida útil de una batería no es especialmente larga y el riesgo para el medioambiente si esta se desprende no es neutro. Para remediar esta cuestión, unos investigadores noruegos han enfocado el problema a la inversa y han logrado crear una nueva baliza que se coloca en el barco. Ya no es la red la que envía el sonido emisor sino el barco.

Ver a continuación el conjunto de artículos

Blue Barriers: cómo evitar que los residuos plásticos lleguen al mar
Una barrera de burbujas para contener los residuos plásticos marinos
Jellyfishbot, un robot para la recogida de basura marina
Manta, ¡el primer barco que gestiona residuos en el océano!

 

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