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Reciclaje químico: los plásticos vuelven a nacer
A menudo, se reivindica el reciclaje químico como una solución a todos los problemas. Este proceso puede hacer realidad la integración de todos los plásticos usados en un ciclo cerrado perfecto. Muchos fabricantes de polímeros, a menudo de la mano de innovadoras empresas emergentes, están abriendo nuevas vías y ofreciendo nuevas soluciones en este ámbito, lo que pone de manifiesto la importancia de la tecnología. ¿En qué consisten estas soluciones? ¿Qué se puede esperar de ellas exactamente? Echemos un vistazo...
Reciclaje químico: los plásticos vuelven a nacer
Reciclaje químico: los plásticos vuelven a nacer

Convertir un plástico viejo en uno virgen

Para comprender los fundamentos del reciclaje químico, es importante recordar que todos los plásticos están compuestos por una o varias moléculas básicas, denominadas monómeros, que se repiten para formar una cadena larga: un polímero. En la mayor parte de los casos, el monómero o monómeros se obtienen a partir de gases o aceites minerales obtenidos mediante operaciones de refinado del petróleo.
Actualmente, las tecnologías utilizadas para reciclar los plásticos, distintas de las utilizadas en el reciclaje mecánico, se pueden agrupar en tres familias principales. Estos tres tipos de tecnologías tienen un objetivo común: la reincorporación de los plásticos al final de su vida útil en alguna de las etapas principales de su proceso de fabricación inicial; es decir, su reconversión en materias primas para la industria petroquímica, en monómeros básicos o bien en polímeros purificados. Se trata, en cierto modo, de hacer retroceder el plástico a sus orígenes. De este modo, el reciclaje químico hace posible la fabricación de polímeros con propiedades equivalentes a las de las resinas vírgenes.

Constituye además la consecución de un cambio de paradigma. Estas tecnologías pretenden compensar las limitaciones del reciclaje mecánico; no se trata de reemplazarlo, si no de complementarlo. Gracias a ello, en un futuro no muy lejano, la mayor parte de los residuos plásticos podrià incorporarse a alguna cadena de reciclaje. Cuando llegue ese momento, estos residuos se convertirán en un preciado recurso que será necesario recoger y clasificar igual como se hace actualmente con otros materiales que ya merecen un lugar destacado en la industria del reciclaje.

Fotografía: banco de imágenes

El reciclaje químico no busca reemplazar el reciclaje mecánico, cuya eficacia queda demostrada día a día, sino que pretende ofrecer soluciones para aquellos polímeros que son más complejos de reciclar. Se concibe, por lo tanto, como un complemento al reciclaje mecánico.

Esta tecnología podría permitir, además, poner fin a los problemas relacionados con la presencia de determinadas sustancias, especialmente las denominadas sustancias «heredadas», es decir, aditivos que actualmente no están autorizados, pero lo estuvieron en el pasado (o que dejarán de estarlo en el futuro) y que suponen una limitación para las posibles aplicaciones de los plásticos reciclados. Esta ventaja exclusiva del reciclaje químico abriría la puerta de la economía circular para todos los plásticos en ámbitos tan sensibles como la alimentación, las aplicaciones médicas y los juguetes, sujetos a las restricciones sanitarias más exigentes.

En relación a las fuentes de materia prima, la combinación de procedimientos de reciclaje químicos y mecánicos ayudará a reducir la dependencia de combustibles fósiles para el sector de producción de polímeros, si bien es sabido que los plásticos representan tan solo el 4 % del consumo de petróleo global. Constituirá, además, una herramienta fundamental en la consecución de los requisitos normativos emergentes relativos a la incorporación de componentes reciclados en los productos de consumo.

El reciclaje mecánico ya es ampliamente utilizado y resulta muy adecuado para numerosos productos plásticos al final de su vida útil. Estos se clasifican, se trituran, se limpian y se vuelven a fundir para formar gránulos o escamas que posteriormente serán transformados en nuevos productos. Se trata de una tecnología relativamente sencilla que todavía no ha desarrollado todo su potencial y funciona muy bien en el caso de objetos hechos de un solo polímero como, por ejemplo, un envase de polietileno, o en el caso de objetos cuyos componentes se pueden separar fácilmente como, por ejemplo, un marco de puerta o ventana usado. Sin embargo, no es tan eficaz en el caso de artículos que están compuestos por varios polímeros estrechamente unidos o que combinan polímeros con otros materiales y son difíciles de separar. Tal es el caso de algunos envases alimentarios multicapa o de los residuos derivados de la clasificación o trituración de determinados residuos plásticos. Aquí es donde entran en juego las tres tecnologías de reciclaje químico mencionadas.

La regla de tres

Actualmente son tres las tecnologías innovadoras que se encuentran disponibles como complemento al reciclaje mecánico.

Conversión: del polímero al hidrocarburo original

Fotografía: banco de imágenes

La mayoría de los polímeros se fabrican a partir de hidrocarburos (gases o aceites minerales). El objetivo de la conversión consiste en devolver el polímero al estado de materia prima original.

La conversión es un proceso que hace posible la transformación de los residuos plásticos en hidrocarburos. Utilizando calor y un ambiente pobre o carente de oxígeno, se «craquea» el plástico para obtener aceites minerales (pirólisis) o gases (gasificación). Después de un proceso de purificación, los aceites minerales y gases pueden suministrarse a las refinerías o plantas de craqueo, cuyos productos serán utilizados para fabricar, entre otras cosas, nuevos plásticos.

 Esta técnica se está utilizando cada vez más. Es adecuada para prácticamente todos los tipos de residuos, especialmente aquellos compuestos por varios polímeros o materiales distintos, tales como algunos envases alimentarios multicapa. También resulta muy eficaz para librarse de todas las impurezas de los polímeros.

Despolimerización: de polímero a monómero

Esta operación consiste en romper los enlaces químicos del polímero con el fin de obtener los monómeros, ya sea utilizando sustancias químicas (como disolventes, agua, alcoholes, etc.) o calor.
Los monómeros así obtenidos se someten entonces a procesos de purificación para posteriormente volver a polimerizarlos. Finalmente, se incorporan a los procesos de producción tradicionales en calidad de materias primas secundarias (materias recicladas).

Fotografía: banco de imágenes

Tal y como su nombre indica, un polímero es una cadena formada por la repetición de uno o varios tipos de monómeros. El objetivo de la despolimerización es deshacer esta cadena para obtener los monómeros básicos.

Disolución: de polímero a polímero purificado

Fotografía: banco de imágenes

La técnica de la disolución permite disolver el polímero sin alterar su estructura química. El objetivo en este caso es la eliminación de todas las impurezas.

Tal y como sugiere su nombre, mediante este proceso se obtiene un polímero disuelto, habitualmente dentro de un baño de disolvente. Esta tecnología no altera la estructura química del polímero, sino que permite separarlo de determinados aditivos, impurezas y otros materiales. Este método de reciclaje se basa en la solubilidad de los polímeros, de modo que estos son los únicos que quedan disueltos mientras que el resto de los elementos permanecen en estado sólido.

Como en el caso del reciclaje mecánico, los polímeros recuperados por este medio se utilizan para fabricar nuevos objetos sin necesidad de pasar por una fase de polimerización previa.

Cada una de estas innovadoras tecnologías ayuda a reducir el impacto medioambiental de los plásticos. Muchas de ellas se encuentran todavía en fase experimental y requieren inversiones adicionales. Por consiguiente, todavía deben ser optimizadas y necesitan ascender a una escala de producción superior para demostrar todo su potencial en términos de rendimiento técnico y económico.

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