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"Los polímeros son valiosos si se utilizan adecuadamente"

Encuentro con la doctora Louise Dennis, conservadora del MoDiP (Museum of Design in Plastics) de la Universidad de Artes de Bournemouth, en el Reino Unido.
"Los polímeros son valiosos si se utilizan adecuadamente"

Para empezar, ¿podría presentarnos el MoDiP?

El Museum of Design in Plastics (MoDiP) surgió a partir de diferentes objetos que había ido reuniendo el personal de la Universidad de Artes de Bournemouth (AUB) porque pensaban que el aprendizaje del diseño y de su historia era mucho más interesante si se ilustraba con objetos reales en lugar de limitarse a libros e imágenes. Con el paso del tiempo, la colección fue enriqueciéndose considerablemente y la Universidad, convencida de su valor, decidió explotarla.

 

El fondo del MoDiP alberga más de 11 500 piezas

Vimos que una parte importante de la colección estaba integrada total o parcialmente por objetos de material plástico. De modo que, en 2007, tomamos la decisión de reorientar el museo hacia los objetos de plástico, y nuestro enfoque no ha cambiado desde entonces. Nuestro conocimiento sobre los polímeros ha ido mejorando. La colección goza actualmente de reconocimiento a escala nacional e internacional y constituye un recurso importante para la investigación en los ámbitos del diseño y la plasturgia.

¿Cuál es el perfil de los principales visitantes del museo?

El museo está ubicado dentro de la biblioteca de la universidad y recibimos a investigadores y universitarios de diferentes ámbitos. También nos gusta establecer enlaces con los profesionales de otros museos, industrias de diseño y de plásticos, así como el público general... del Reino Unido, lógicamente, pero también de cualquier parte del mundo. Recibimos muchas visitas a través de nuestro sitio web (www.modip.ac.uk) y de las redes sociales, tanto para conocer la colección como para acceder a los diferentes recursos que proporcionamos en línea.

Dentro del museo, ¿realizan una labor pedagógica para mostrar que existen muchos tipos de polímeros diferentes?

El objetivo del museo es mostrar hasta qué punto esta familia de materiales es rica por su gran diversidad. Cada polímero tiene propiedades específicas y, por lo tanto, usos diferentes. Al igual que ocurre con otras familias de materiales, los polímeros son valiosos si se utilizan adecuadamente. Reconocemos sin reservas el impacto negativo que el mal uso de los plásticos puede tener sobre el medioambiente y la salud, pero pensamos que, si aprovechamos las lecciones aprendidas del pasado, los fabricantes, diseñadores y consumidores podremos tomar decisiones de manera fundamentada. Es también esencial realizar una labor pedagógica para explicar lo que puede y lo que no puede reciclarse. Aunque también es cierto que con un enfoque más racional y con el tiempo, prácticamente todos los plásticos podrían ser reciclables. Si esto aún no es sí es porque deben realizarse más esfuerzos de investigación y porque los costes de reciclaje todavía son elevados.

 

Los visitantes de todas las edades disfrutan interactuando con la colección

¿Cuáles son, a su parecer, las piezas más destacables?

La colección se articula alrededor de aproximadamente ¡11 500 objetos! Pensamos que todos ellos son destacables, elegir uno es verdaderamente difícil. Hay una bola de billar de nitrato de celulosa de la década de 1860 que es muy representativa del inicio de la historia de los plásticos.

En esa época, el billar era un juego muy popular y el marfil de elefante con el que se fabricaban las bolas cada vez costaba más de encontrar debido a un embargo relacionado con la guerra de Secesión. Los fabricantes se volcaron entonces en la búsqueda de materiales alternativos. Esta búsqueda de materiales –primero semisintéticos y después totalmente sintéticos– fue el catalizador que impulsó el nacimiento de la multitud de materiales sintéticos que conocemos actualmente.

 

Una bola de billar de parkesina de la década de 1860

 También podría citarse la silla de Tom Dixon bautizada como Fresh Fat, creada en 2006. Se fabrica a partir de un copoliéster extruido que le da un brillo parecido al del cristal. Lo interesante es que esta silla está hecha a mano. Pensamos que los objetos de plástico siempre se producen en serie, pero en este caso cada pieza se crea bajo pedido y, por lo tanto, tiene un aspecto único, ya que tanto los bucles que componen sus motivos como su estructura varían según los movimientos de la mano de la persona que la fabrica. También me viene en mente una adquisición reciente: el casco de ciclismo Myelin, que descubrimos por primera vez en un artículo de la revista de ustedes. Está concebido para ser desmontado fácilmente a fin de facilitar su reciclaje. Este caso es destacable porque demuestra la importante función del ecodiseño en la circularidad de los objetos plásticos.

 

Objetos de la exposición «Designated Design», una colección de artículos de plástico de trascendencia nacional que incluye la silla Fresh Fat de Tom Dixon

El uso de los plásticos ha evolucionado en las últimas décadas. ¿Podría hablarnos de esta evolución y de cuál es la situación actual?

He dedicado un capítulo entero en mi tesis doctoral a la percepción que se tiene de los plásticos y su evolución a lo largo de los años. Es un tema apasionante... ¡pero intentaré no extenderme demasiado! Los plásticos pueden transformarse para adoptar prácticamente cualquier forma, color y textura, y una amplia gama de flexibilidades y resistencias. Algunos los adoran por ello y otros los detestan por la misma razón. Desde que existen los polímeros, nuestra relación con ellos ha evolucionado, y resulta fascinante cartografiar tales cambios.
Al principio, como ya he mencionado, los polímeros se utilizaron para imitar otros materiales, a menudo materiales de lujo como el marfil y el caparazón de tortuga. Este uso sigue vigente y se dedican grandes esfuerzos al diseño de moldes destinados a crear objetos que sean lo más parecidos posible, tanto a la vista como al tacto, a aquellos que tratan de imitar. Inicialmente, las imitaciones despertaron cierto recelo entre la gente, que desconfiaba de estos novedosos materiales ciertamente «maravillosos» pero que desconocían y, por lo tanto, no comprendían. La gente no sabía de dónde procedían esos materiales ni cómo era posible crear tales objetos gracias a ellos. Les molestaba además que el peso fuera distinto al del material original o que tuvieran otra textura. Los plásticos se percibían, por lo tanto, como usurpadores. A mediados del siglo XX, los fabricantes e investigadores quisieron transmitir a los consumidores que los plásticos no eran unos simples sustitutos, sino que merecían ser considerados como materiales por sí mismos, con unas propiedades y una personalidad propias. Hubo un cierto abuso porque, algunos fabricantes comercializaron productos hechos de polímero, pero no porque esta fuera la mejor elección, sino por su abundancia y facilidad de uso. Esto dio lugar a productos absurdos, como juguetes que se rompían, impermeables poco estancos o tazas que se fundían al verter en ellas la leche caliente.

 

Algunas piezas de la colección fabricadas a partir de urea formaldehído, fenol formaldehído y nitrato de celulosa.

 

En ocasiones, se imponía el diseño en detrimento de las calidades físicas de los materiales; polímeros como el fenol formaldehído o la baquelita se moldeaban con tal facilidad que permitían crear diseños glamurosos y depurados con curvas espectaculares y líneas suaves inspiradas por los automóviles y vehículos de moda en Norteamérica en los años treinta.

Al principio de la Segunda Guerra Mundial, los plásticos se convirtieron en verdaderos héroes gracias a su uso en tecnologías revolucionarias tales como los sistemas de radar, o las cúpulas de cabina de los aviones militares. Todas las industrias químicas concentraron entonces el desarrollo de sus polímeros en vistas de su utilización en el conflicto. La escasez de materias naturales las impulsaba también a ello. La producción de polímeros durante la guerra generó un excedente de materiales que no encontraba una salida en tiempos de paz. Esto era debido en parte a que el público asociaba su imagen a la de las máquinas destructoras. Felizmente, los plásticos supieron compensarlo aportando un toque de color y diseños novedosos.

 

Esto fue particularmente cierto durante los años cincuenta, cuando numerosos países fomentaron el consumo para impulsar su economía. ¡Los productos fáciles de limpiar o desechables tuvieron una gran aceptación! Esta es la razón por la que el público general asocia a menudo los plásticos con los objetos denominados kitsch, de baja calidad y baratos.

 

 

Botellas de la célebre marca inglesa de productos de limpieza Sqezy creadas por la empresa transformadora británica Cascelloid

Durante los años setenta, los primeros movimientos ecologistas comenzaron a manifestarse en contra de los plásticos. Paralelamente, se pusieron de moda los materiales naturales. No obstante, los avances tecnológicos de la década de 1980 valorizaron de nuevo a los polímeros, especialmente con el surgimiento de los dispositivos electrónicos destinados al gran consumo. Gracias a los plásticos (así como a la miniaturización), los aparatos de alta tecnología caben en nuestros bolsillos, están protegidos y quedan aislados eléctricamente.

 

Gafas de sol Benson & Ashley con efecto carey de la década de 1990

Hoy en día, somos más conscientes del impacto que tienen los plásticos en el medioambiente. Los propios consumidores reclaman diseños ecológicos, y eso es muy positivo. Reflexionan antes de comprar y eligen materiales que puedan ser reciclados y reutilizados. Los desechos marinos tienen valor de nuevo al ser recogidos y reciclados para formar un nuevo objeto. Este es un periodo apasionante para quienes se interesan por el diseño y los plásticos.

En los años cincuenta y sesenta, los plásticos eran percibidos como materiales muy modernos. ¿Despiertan el mismo interés en los diseñadores de hoy?

Vemos cómo algunos diseñadores y fabricantes evitan los plásticos por el mero hecho de serlo, pero esto no tiene ningún sentido. La opción «sin plástico» no es necesariamente la más sostenible o la más práctica de todas las posibles. Antes de que se prohibieran las pajitas de plástico en el Reino Unido, visité una cafetería en Londres donde me dieron una pajita de papel. El camarero me miró y señaló con orgullo: «aquí no usamos plásticos». A continuación, me advirtió que no debía dejar la pajita sumergida en la bebida o de lo contrario el papel se deterioraría rápidamente. ¿Qué sentido tenía tal sustitución? ¡Lo más fácil habría sido simplemente abstenerse de usar pajitas!

En septiembre de 2022, con ocasión de la semana del reciclaje, la empresa de comida vegetariana Linda McCartney Foods tuiteó su decisión de volver a las bandejas de plástico para envasar sus productos. Poco antes, habían sustituido el plástico por el aluminio, pero luego descubrieron que al pasar del aluminio al PET reciclado reducían en un 60 % su huella de carbono.

 

Grupo de objetos cotidianos utilizados durante los talleres con escolares

Estas cifras pueden resultar sorprendentes para algunos, pero demuestran que la elección de un buen diseño, especialmente en términos de sostenibilidad, pasa por una evaluación de todo el conjunto: origen del material, gestión al final de la vida útil, etc.

Los bioplásticos, por ejemplo, en particular los que están concebidos para biodegradarse, son excelentes porque evitan tener que utilizar materiales fósiles. Si bien esto es cierto, cabe señalar que deben tratarse concienzudamente y siguiendo procesos especiales para llegar a eliminarlos por completo. Esto demuestra que para hallar una solución es necesario responder a un gran número de preguntas: ¿El plástico biológico explota tierras cultivables? ¿Requiere una cantidad excesiva de agua y productos químicos para su producción? ¿Es un subproducto de otra industria? ¿Es apto para el compostaje doméstico? ¿Puede causar problemas de reciclaje su presencia en un flujo de residuos? ¿Liberará gases si se deposita en vertederos?... ¡Son muchísimas las cosas a tener en cuenta!

¿Cuál es su vínculo con los fabricantes y los transformadores de polímeros?

El museo no tiene ninguna afiliación con la industria de los plásticos. No obstante, nos gusta colaborar con organizaciones individuales y con la British Plastics Federation. Este tipo de cooperaciones nos ayudan a comprender mejor los objetos que tenemos en la colección y nos permiten mantener una comunicación más técnica con nuestros visitantes.

 

Exposición «Designated Design» que se exhibe en la galería de la Universidad de Artes de Bournemouth

¿Cuál es su visión sobre el futuro de los plásticos?

Nuestra sociedad se ha apoyado tanto en la familia de los polímeros que pienso que tendrá que pasar mucho tiempo antes de que les demos completamente la espalda. Estos materiales cumplen tareas que nos son vitales y nos protegen de múltiples peligros: evitan la electrocución al aislar los cables eléctricos, previenen las heridas tanto en el trabajo como en el deporte y aseguran la salubridad de los alimentos al crear una barrera frente a las contaminaciones. Sin embargo, no siempre somos conscientes de su presencia.

 

Exposición compuesta por trabajos de estudiantes de la Universidad relacionados con los cursos sobre moda, fotografía, bellas artes, ilustración y arquitectura, entre otros.

 

Me gustaría pensar que en el futuro el uso de las materias plásticas será más racional, estará basado en el ecodiseño y analizará tanto la pertinencia de su utilización como la gestión al final de la vida útil. Pienso que el MoDiP y sobre todo PlasticsLeMag pueden tener un papel clave al difundir el valor de esta familia polivalente de materiales entre los creadores, los fabricantes y, principalmente, los consumidores.

La Dra. Louise Dennis es conservadora del MoDiP. El MoDiP es el único museo dedicado a los plásticos acreditado en el Reino Unido. Ha recibido el estatuto de colección excepcional por el Arts Council England. Las investigaciones de Louise Dennis versan sobre la colección del museo y en particular sobre las relaciones históricas y culturales alrededor de estos objetos. Su trabajo pretende difundir el valor de las materias plásticas cuando estas se utilizan adecuadamente.

La actual exposición "Resistencia" del MoDiP muestra cómo el buen diseño y la correcta elección de los materiales plásticos contribuyen a proteger vidas ayudándonos a sobrevivir en situaciones de riesgo en el mar, en el aire y cuando viajamos a gran velocidad.

Créditos fotográficos de todas las imágenes del archivo: Museum of Design in Plastics, Arts University Bournemouth

 

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