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Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales
La naturaleza nos recuerda, de cuando en cuando, su poder devastador. Tsunamis, terremotos, ciclones... pueden ser brutales y no siempre predecibles. Se han desarrollado algunas soluciones para lidiar con ellos, en las que los polímeros pueden ser de gran ayuda.
Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales
Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales

Los polímeros capean el temporal

Los plásticos detienen la marea

Los terremotos, ciclones y tormentas violentas causan sin excepción crecidas del nivel de agua. El agua se cuela por todas partes y es capaz de derribar los puentes más sólidos y arrastrar todo lo que encuentra a su paso.

Es importante distinguir entre las inundaciones de origen marino y aquellas causadas por una tormenta. En este último caso, si bien las consecuencias pueden ser trágicas, generalmente están bastante localizadas y afectan «solo» a unos pocos centenares de personas. Aunque el aumento del nivel del agua debido a un tsunami es inevitable, los diques pueden contenerlo en mayor o menor medida, dependiendo de su intensidad. Contrariamente a las ideas infundidas por las películas de ciencia ficción, un tsunami no es una ola de varias docenas de metros de altura. En realidad, es una sucesión de fuertes olas de unos pocos metros de altura que, en última instancia, acaban golpeando la costa. Los diques están diseñados para detenerlas o, al menos, ralentizarlas. No obstante, estos tienen que ser bastante resistentes para lograrlo. Dicho esto, cabe señalar que los tsunamis no son el único peligro al que se enfrentan los habitantes de las zonas costeras. En ocasiones, una fuerte tormenta de invierno combinada con un coeficiente de marea elevado puede causar grandes daños.

La mayoría de las veces, los diques están formados por bloques de hormigón, o rocas, apilados. Normalmente, su gran masa y volumen son suficientes para resistir la fuerza de las olas. No obstante, esto no siempre es así. Por este motivo, cuando se construyen nuevos diques o se restauran diques ya existentes, es habitual reforzarlos utilizando un compuesto especial que combina elastómero y poliuretano, desarrollado por la empresa alemana BASF.

© BASF

Una combinación de poliuretano y elastómero hace que los diques puedan resistir la peor de las tormentas. Además, este material compuesto es neutro para el medioambiente..

El elastocoast® se mezcla con piedras trituradas para formar una barrera impermeable que hace los diques indestructibles. Además, se han llevado a cabo varios estudios para evaluar si el material afecta el sistema acuático circundante y, afortunadamente, se ha podido comprobar que, al cabo de pocas semanas, los diques recubiertos con elastocoast® han sido colonizados de nuevo por numerosas especies endémicas.

Existen otras soluciones destinadas a reforzar los diques. En los Países Bajos, colocan una malla para estabilizar la tierra o arena utilizada como relleno. La técnica es bastante similar a la utilizada para hacer hormigón reforzado. Recordemos que este último incorpora un refuerzo metálico invisible. En el caso de un dique, se requiere un material que sea imputrescible, inoxidable y especialmente resistente. Por este motivo, la malla utilizada está compuesta por tiras hechas de paquetes de fibras de poliéster de alta resistencia recubiertas por una vaina de polietileno. Esto las hace indestructibles y garantiza la estabilidad de las dunas, que funcionan como diques. Por supuesto, son invisibles, porque permanecen dentro de las dunas.

Los plásticos no nacieron ayer

También las tormentas pueden causar calamidades, y no solo debido a los relámpagos. En las áreas urbanas, es necesario drenar el agua de la lluvia para ayudar a evacuarla lo más rápido posible. Una de las mejores soluciones es la construcción de depósitos de retención que canalicen el agua. Estos son eficaces si tienen el tamaño adecuado. El único problema es la imposibilidad de cubrirlos para construir encima, ni siquiera un jardín público. Esto es lógico, puesto que habitualmente los depósitos están vacíos y no contienen más que aire... Algunas autoridades locales consideran que estos espacios están desaprovechados. Una empresa francesa podría haber encontrado la solución a este problema con la creación de Boulbac®, unas bolas huecas, de aproximadamente 12 cm de diámetro, hechas de polipropileno reciclado, con las que se rellenan los depósitos.

© Boulbac

Estas bolas hechas de polipropileno reciclado hacen posible que los depósitos de retención de agua tengan un uso secundario, por ejemplo, como parques o jardines públicos.

El principio es tan simple como ingenioso: cuando el agua entra en el depósito, se filtra hacia el interior de las bolas desplazando el aire que las ocupaba. Permanece allí almacenada mientras se va drenando lentamente hacia los cursos de agua freática. De este modo, las bolas permiten almacenar el agua y a la vez soportan el peso de una zona verde o un parque en la superficie. Es interesante señalar que, en contra de lo que podría pensarse, la diferencia de capacidad de almacenamiento entre un depósito lleno de bolas y uno vacío es mínima porque estas bolas tienen un cociente de vacío del 85 %. Para tener una capacidad equivalente a la de un depósito vacío basta con aumentar el volumen en un 15 %, algo fácilmente asequible... La idea resulta particularmente sensata puesto que además permite reciclar toneladas de polipropileno usado. Boulbac® ganó el Plastic Recycling Award Europe en 2018. 

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