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Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales
La naturaleza nos recuerda, de cuando en cuando, su poder devastador. Tsunamis, terremotos, ciclones... pueden ser brutales y no siempre predecibles. Se han desarrollado algunas soluciones para lidiar con ellos, en las que los polímeros pueden ser de gran ayuda.
Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales
Los polímeros lanzan una cuerda salvavidas frente a las catástrofes naturales

Los plásticos se movilizan

Más vale prevenir que curar

El hombre se encuentra indefenso cuando la furia de la naturaleza se manifiesta, por ejemplo, causando un terremoto. Aunque conocemos el mecanismo de este fenómeno y sabemos cómo monitorizar las zonas de riesgo, no somos capaces de predecir con precisión cuándo sucederá un terremoto y, mucho menos, evitarlo. Un terremoto es un temblor más o menos violento causado por una ruptura en una falla geológica. Al romperse, la falla emite una onda de choque que viaja hasta la superficie. La famosa falla de San Andrés, en California, está salpicada de sismógrafos. Sabemos que se ha estado acumulando energía durante más de un siglo y que, cualquier día se liberará con una potencia equivalente a varias decenas de miles de bombas atómicas como la de Hiroshima. Los terremotos pueden ser continentales, pero en su inmensa mayoría tienen lugar a lo largo de las fallas oceánicas. Dependiendo de su potencia y de lo cerca que estén del continente, pueden causar tsunamis devastadores. Lo mejor que puede hacer el hombre es prevenir los daños materiales y personales, evacuando rápidamente a la población antes de que se produzca el desastre.

 

Aunque se trata de un fenómeno estudiado, es imposible predecir con precisión cuándo ocurrirá un terremoto.

Terremotos: tiemblan los polímeros

 

Los cimientos de los grandes edificios a prueba de seísmos a menudo yacen sobre una capa de elastómero capaz de absorber las vibraciones en caso de que se produzca un terremoto.

Durante un terremoto, los edificios pueden sufrir violentas agitaciones. Dependiendo de la intensidad y duración del temblor, las estructuras que carecen de protección antisísmica pueden sufrir daños importantes o incluso derrumbarse. Como medida preventiva, se dota de elasticidad al edificio para amortiguar las vibraciones y evitar las oscilaciones. Algunos edificios, por ejemplo, las torres de oficinas, reposan sobre unos pilares de hormigón que presentan una gruesa capa de elastómero en la superficie de contacto con el edificio. Este polímero elástico es capaz de soportar cargas extremadamente pesadas sin romperse. En caso de terremoto, la construcción, ya sea la estructura de un puente o de un edificio, tiembla pero no se derrumba.

 

Otra solución, en este caso reservada a casas particulares, es construir estructuras ultraligeras. En Japón, por ejemplo, un país especialmente vulnerable por lo que se refiere a los terremotos, existen pueblos enteros de «casas domo». Estas casas esféricas han sido diseñadas para resistir las sacudidas. Solo pesan 80 kg y están compuestas por varias piezas hechas de poliestireno expandido, un polímero flexible capaz de absorber los movimientos sísmicos y que, por lo tanto, elimina casi por completo el riesgo de derrumbe.

Asequibles y, por encima de todo, modulares, han tenido gran aceptación en Japón. Además de sus propiedades antisísmicas, tienen una forma aerodinámica que les confiere un excelente agarre con el suelo, protegiéndolas de los tifones, también muy habituales en la zona. El poliestireno, al igual que muchos otros plásticos, es también resistente al moho, al óxido y las termitas.

 

Las casas domo son casas japonesas que están fabricadas completamente a base de polímeros y resisten terremotos y huracanes.

Refugios de emergencia 100 % de plástico

Las casas de plástico no son una novedad, pero hasta ahora solo se habían utilizado como viviendas de emergencia. Hace algunos años, la Fundación Ikea, en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), diseño y fabricó más de 30 000 refugios para personas que huyen de conflictos armados o son víctimas de catástrofes naturales. Estos refugios se suministran en forma de kit y se montan en tan solo 4 horas. La «vivienda» se construye alrededor de una estructura metálica, parecida a la de una tienda canadiense clásica, en la que se insertan unas láminas de plástico. El polímero utilizado se ha mantenido en secreto, aunque probablemente se trate de un plástico relativamente común que combine ligereza y resistencia. Estas casas miden alrededor de 20 m² y están equipadas con unos paneles solares que generan luz. Tienen una vida útil de tres años, es decir, duran diez veces más que la típica tienda de lona. Esto fue lo que, en su momento, hizo que ACNUR se decantara por el concepto. Este diseño aportaba mayor comodidad a los refugiados y resultaba más económico a medio plazo.
La empresa holandesa DSM, por su parte, ha trabajado en un concepto de refugio de emergencia similar. Su producto, sin embargo, no se suministra en forma de kit, sino que consiste en una máquina trituradora y extrusora impulsada por energía solar que permite producir las láminas plásticas para el refugio in situ. Las láminas se obtienen por extrusión a partir de plásticos reciclados como tereftalato de polietileno (PET), polipropileno (PP) y polietileno (PE), previamente triturados. Esta solución es particularmente interesante en los países más pobres, donde la recogida y reciclaje de plástico no siempre es, o todavía no es, una prioridad.

Los plásticos nos soplan la solución a los huracanes

Los ciclones, huracanes y tormentas causan daños importantes, especialmente en las regiones tropicales. No obstante, existen algunas soluciones que ayudan a prevenir estos daños. Una vez más, no se puede evitar tales catástrofes, sino salvar tantas vidas como sea posible y proteger los edificios en la medida en que se pueda.

 

El butiral de polivinilo es un polímero excelente que permite fabricar ventanas capaces de resistir el más violento de los huracanes.

El secreto para crear una casa capaz de resistir fuertes vientos reside, por encima de todo, en la hermeticidad. Si el viento consigue entrar, tratará de salir como sea, aunque para ello deba arrancar el techo de cuajo. Es necesario evitar a toda costa que el viento llegue a entrar, por lo tanto, es esencial que los refugios estén herméticamente sellados. Aunque existen refugios hechos de acero y madera, el PVC sigue siendo una de las mejores opciones, ya que es suficientemente flexible para doblarse sin romperse. Su único inconveniente, hasta ahora, ha sido su baja resistencia al impacto comparado con otros materiales. Un simple coco puede llegar a volar a 200 km/h durante un ciclón... ¡un verdadero misil! Actualmente, los fabricantes ofrecen modelos reforzados con láminas de aluminio intercaladas entre los paneles. También hay ventanas resistentes a los huracanes que no son más que un vidrio laminado, es decir, una lámina de PVB (butiral de polivinilo) pegada entre dos hojas de vidrio. El PVB es un polímero totalmente transparente y, por lo tanto, invisible, que hace el vidrio prácticamente irrompible frente a los impactos.

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