«Esperamos que de cara a 2030, los edificios dispongan de una fuente independiente de electricidad verde.»
¿Podría presentarnos brevemente su empresa?
Somos una de las principales empresas en el campo de la tecnología fotovoltaica orgánica y, sobre todo, los únicos que hemos desarrollado paneles solares autoadhesivos flexibles que pueden aplicarse en forma de adhesivo sobre prácticamente cualquier tipo de superficie. Nuestras películas solares autoadhesivas son ultraligeras, flexibles, ultrafinas y pueden aplicarse fácilmente sobre una amplia variedad de materiales tales como el vidrio, el metal y el cemento. Esto significa que nuestros productos pueden instalarse casi en cualquier sitio, incluso en ubicaciones consideradas inaccesibles por las tecnologías solares tradicionales.
¿Puede contarnos más acerca de su solución y explicar en qué se diferencia de las de sus competidores?
¡Es muy sencillo! Partimos del principio que, no solo cualquier edificio, sino también cualquier elemento de mobiliario urbano como, por ejemplo, las marquesinas de autobús, debería ser capaz de crear energía. Simplemente necesitan estar equipados con paneles voltaicos. Sin embargo, esto no siempre es posible porque a veces la forma de estos «objetos arquitectónicos» no lo permite. Además, sus estructuras no siempre son lo bastante fuertes como para soportar el peso de los paneles solares convencionales, que pueden llegar a pesar hasta 25 kg/m² cuando necesitan incorporar sistemas de refrigeración. Nuestra tecnología permite eliminar todos estos obstáculos porque hemos logrado depositar células fotovoltaicas compuestas por nanomoléculas de carbono sobre una película autoadhesiva hecha de varios polímeros. Esta película debe cumplir ciertos requisitos específicos: resistencia, protección frente a la radiación ultravioleta, impermeabilidad, ser fácilmente cortable, y posibilidad de integración en nuestro proceso de fabricación, entre otros. Teniendo en cuenta estas características, nos centramos principalmente en los polímeros porque permitían marcar todas las casillas.
No puedo mencionar la naturaleza de los polímeros, el proceso de ensamblaje ni las herramientas de producción que hemos desarrollado, puesto que todos ellos son secretos que están sujetos a más de 300 patentes. Al final, el conjunto de todas las capas orgánicas tiene un grosor de tan solo algunos centenares de nanómetros y está protegido por varias películas de plástico. El resultado de este «sándwich» es una película solar ligera, delgada y flexible que pesa alrededor de 1 kg/m².
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¿Qué beneficios ofrece su tecnología?
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Nuestros paneles solares están formados por tiras de películas plásticas autoadhesivas y flexibles de varias longitudes. Por este motivo, pueden colocarse sobre cualquier superficie. Están casi listas para usar. Prácticamente se puede afirmar, sin riesgo de exagerar, que basta con pegar una tira en una marquesina de autobús y conectarla a una lámpara para hacerla energéticamente autónoma. El tiempo de instalación es también una de sus principales ventajas. Se tarda unos 2 minutos en aplicar una tira de 5 m. La parte más laboriosa del proceso es la de limpiar a fondo la superficie receptora para garantizar una adecuada adherencia del adhesivo y trazar las marcas. Finalmente, cabe destacar que estas películas son translúcidas, por lo que pueden aplicarse sobre el cristal de una ventana sin que se interrumpa el paso de la luz natural. |
¿Podría explicarnos los proyectos piloto más significativos que han llevado a cabo en distintos lugares del mundo?
Estos proyectos nos han permitido poner a prueba nuestra tecnología en situaciones de la vida real, bajo condiciones climáticas diferentes y sobre materiales muy diversos. Nos han ayudado a seguir mejorando nuestras soluciones. Nuestra primera instalación a gran escala fue en 2017 en una escuela, en Francia, donde instalamos 530 m² de película fotovoltaica para cubrir casi el 20% del consumo total del centro. En España, instalamos nuestros paneles sobre los mástiles de aerogeneradores. Finalmente, nuestra solución también es interesante para los directores de almacenes porque se instala fácilmente sobre los revestimientos metálicos de las fachadas.
Desde 2014, las películas solares orgánicas se han estado utilizando con éxito en aproximadamente 30 instalaciones piloto ubicadas en Alemania, China, Singapur, Francia, Bélgica y Egipto. Los proyectos piloto se han llevado a cabo sobre materiales de construcción tales como vidrio, cemento, aluminio y membranas poliméricas.
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Algunas personas conciben los polímeros únicamente como materiales contaminantes, sin embargo, estos son esenciales para nuestra industria. ¿Cuál es su política medioambiental?
¿Qué ocurre con sus productos cuando llegan al final de su vida útil? Los polímeros o plásticos realmente forman parte de nuestra vida diaria. Los utilizamos para producir películas solares que generan energía verde.
Creemos que participamos activamente en el desarrollo de nuevas fuentes de energía limpia y renovable destinadas a reemplazar los combustibles fósiles. Con una huella de carbono inferior a 10 g CO2/kWh, nuestra tecnología solar es una de las tecnologías solares más verdes y no requiere silicio. En concreto, gracias a los polímeros, la energía vinculada a su producción se ve autocompensada en menos de 6 meses de uso de nuestros paneles, y estimamos que se tarda menos de 3 meses en neutralizar el carbono emitido. Por lo tanto, pasados los primeros 6 meses, nuestras soluciones empiezan a producir energía verde, y lo seguirán haciendo durante los 20 años de vida útil de los paneles. Huelga decir que nuestro balance ambiental es enormemente positivo puesto que estamos participando en la descarbonización de las redes eléctricas. Lógicamente, en este balance incluimos también el uso de los polímeros.
Por lo que ser refiere al tratamiento de nuestros paneles al final de su vida útil, actualmente estamos evaluando dos opciones.
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Por supuesto, estamos buscando formas de reciclarlos, teniendo en cuenta que la técnica que utilicemos debe ser razonable tanto desde un punto de vista económico como ecológico. La incineración es otra opción que nos parece bastante interesante. De hecho, la energía recuperada serviría para generar electricidad de nuevo, y tendría un efecto neutro puesto que la incineración de nuestros productos no crea sustancias tóxicas.
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Además, nuestras películas no contienen ningún material raro ni precioso. Por lo tanto, la solución más lógica sería incinerarlas para recuperar la energía. Por ahora, todavía no hemos tomado una decisión, y seguimos evaluando las dos posibles soluciones de tratamiento de nuestras películas tras agotar su vida útil.