La máquina de escribir Valentine, icono del pop art
Preocupada por dar a sus productos una fuerte identidad visual, Olivetti, una empresa italiana pionera en el campo de la ofimática y en especial en la fabricación de máquinas de escribir, confió en 1958 la parte del diseño de su nuevo departamento de electrónica a un consultor independiente, un destacado y prometedor diseñador llamado Ettore Sottsass. Considerado hoy uno de los diseñadores italianos más importantes e influyentes de la historia del diseño del siglo XX, tanto a nivel de Italia como internacional, regresaba por aquel entonces de California, donde descubrió el pop art, el diseño industrial y los nuevos materiales, fuentes de inspiración que lo acompañarían durante toda su vida. El joven diseñador comenzó entonces una próspera colaboración con Olivetti, durante la cual creó numerosos equipos de oficina, entre ellos la primera «calculadora electrónica aritmética» italiana.
Transformar este objeto utilitario asociado al mundo del trabajo en un objeto pop y lúdico
Fue en 1968 cuando, junto con el británico Perry King, diseñó una máquina de escribir colorida y portátil. Una rareza en el universo gris, monótono e inmutable de la ofimática de la época, que ilustra perfectamente su visión del diseño industrial: "cada objeto, tanto al crearlo como al utilizarlo, debía aportar fantasía, sorpresa y originalidad". Para esta nueva creación, el diseñador aprovechó las cualidades innovadoras de los plásticos, explotando las posibilidades de moldeado y deformación que admite este ligero material.
Nuevos materiales para un diseño pionero e innovador
Fabricada en ABS moldeado por inyección, consta de dos piezas diferenciadas, la máquina en sí misma, equipada con un asa, y su estuche de transporte, hecho de plástico duro y con una abertura que deja pasar el asa. Innovadora, ligera y fácil de transportar, esta máquina diferente de todas las demás se lanzaría al mercado un año más tarde, en el Día de San Valentín. Disponible en blanco, verde y azul, la Valentine sin embargo estará siempre asociada a su versión en rojo carmesí, símbolo de los vientos de libertad e insolencia que han caracterizado el pop art y las obras de Sottsass a lo largo de toda su vida.
Desafortunadamente, ese mismo rojo, considerado demasiado agotador para la vista, junto con su elevado precio, no le favorecieron, y la Valentine no logró ganarse el favor del público.
Sin embargo, permitió que la fibra «pop» de Ettore Sottsass fuera conocida por el gran público y sigue siendo un objeto emblemático del diseño de la década de los sesenta y los setenta. Símbolo de «la máquina antimáquina», el modelo rojo escarlata de la Valentine forma parte de la colección permanente del MOMA de Nueva York, el Museo de Diseño Triennale de Milán y el Centro Georges Pompidou de París, desde principios de la década de los setenta. Perdura como objeto de atracción y deseo exhibido en numerosas exposiciones sobre diseño italiano e internacional en todo el mundo.